miércoles, 30 de septiembre de 2009

La huerta y yo




La huerta y yo somos viejas amigas, hemos compartido mucho tiempo juntas y de ella he aprendido muchas cosas. He aprendido a ver la unidad en la diversidad y la importancia de que cada especie tenga su sitio y sus peculiaridades, aunque la nutra la misma tierra.

Los seres humanos somos muy reacios a esa unidad. Nos relacionamos desde las ideas y pasamos el día juzgando y rechazando a todo aquello que no esté de acuerdo con ellas. Convertimos nuestras vidas en campos de batalla.

A la huerta me acerco sin exigencias porque he descubierto que mis manos son sólo uno de los muchos factores necesarios para que las semillas fructifíquen y den frutos.

Y cuando no hay expectativas, no es necesaria la imaginación, y ya no se ponen en marcha las ideas que nos hacen vivir sólo desde la cabeza. Y cuando el centro deja de ser la cabeza, podemos sentir que nuestro cuerpo se expande hasta abrazar el universo entero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola Beatriz!
Sabemos que Nisargadatta, tenía como única preocupación, el acabar con el sufrimiento humano. Si el sufrimiento, es "per se", la vía de redención de la conciencia, ¿no crees que existe una contradicción entre esos dos conceptos?
Debemos eso sí, aceptar su gran eclecticismo. No trató en ningún momento de imponer religión o ideología alguna.Sólo la comprensión de la naturaleza del SER, como todo abarcante e interpenetrante.
Gracias por, podríamos decir, ser la "intrérprete de sus enseñanzas. El canal a través del cual podemos beber de esa fuente de sabiduría.
Muchas gracias.
Ricardo.-

Beatriz Moro dijo...

Con relación al sufrimiento Nisargadatta nos deja claro:

"Si profundiza en sus motivos, encontrará allí el temor, el amor por uno mísmo y lo nuestro"

Gracias Ricardo
Bea