sábado, 24 de octubre de 2009

La paz y la sociedad



¿Podremos los seres humanos vivir en paz?
¿Podremos, entre todos, construir una sociedad pacífica?

 Dice Nisargadata: Si usted quiere paz y armonía en el mundo, debe tener paz y armonía en su corazón y en su mente. Un cambio tal no puede ser impuesto. Debe venir desde adentro. Aquellos que aborrecen la guerra deben arrojar la guerra fuera de su sistema. Sin gentes apacibles ¿como puede usted tener paz en el mundo?. Mientras las gentes son como son, el mundo debe ser como es.

Siempre que surge la cuestión del mundo y sus conflictos, sería bueno plantearnos la parte de
responsabilidad que nos corresponde ante el tipo de sociedad que estamos creando, pues como la sociedad, efectívamente, es la suma de lo que somos los seres humanos, y decímos que nos gustaría vivir en paz, en una sociedad pacífica y solidaria, es interesánte encontrar que zonas dentro de nosotros no estan claras y crean conflicto, añadiendo confusión y sufrimiento al universo.
 Es fácil acceder a un estado de paz cuando meditamos, o cuando nos relacionamos dentro de ambientes afines o armoniosos, o cuando disfrutamos de una soledad y silencio que no es disturbado por el mundo. Y esto está bien y es importante porque nos permite cierto distanciamiento y desapego del constante ajetreo de la mente.
 
Pero esa paz "que tengo", pero que puede ser alterada por el siguiente movimiento de la vida, no es la paz que intuímos o hacia la que nos dirijimos, porque cualquier experiencia, por muy maravillosa que sea, pertenece todavía al contenido de la mente y está sujeta, por lo tanto, a sus opuestos.

Cuando pretendemos gozar de algo así como de un estado ideal, estemos dividiendo lo indivisible, al querer dejar fuera o rechazar la otra parte de la vida que aún se mueve en el ruido y el desasosiego.

 
Si no etiquetamos lo que llega y vemos como el ruido y el silencio son dos caras de una misma moneda, esa no resistencia ya nos sitúa como testigo de ellas y se abre la
vía hacia una paz que ya no puede ser alterada, porque ya incluye y trasciende los opuestos.

Para comprender la naturaleza de la mente, soy Testigo de ella. Y en ese "Yo Soy" o Conciencia, aparece el mundo en la perspectiva adecuada y basado en hechos, no en opiniones y memoria.
Para traer paz y armonía al mundo, hay que estar fuera de él, al igual que para traer orden al ser humano debemos de habernos reconocido más allá de él.

Sabiendo lo innecesario de buscar algo que ya está siempre connosotros, en esa incertidumbre, en ese espacio vacío, fuera de toda dirección, de toda voluntad, en ese Amar al Amado, puede que emerga la Paz "Que soy" , esa Paz que es inherente a nuestra Conciencia de SER.


Y aunque la idea de ser un cuerpo o una mente determinada se vaya diluyendo, al igual que ese hábito de
defensa del mi y lo mio, está aún todo un cuerpo universal al que la compasión y el amor no permiten que permanezca en la ignorancia y el sufrimiento.

El silencio y la quietud no son inactivos, todo lo contrario, en ellos está todo el poder de un universo que trabaja, al igual que el sol, por el crecimiento de toda la humanidad.