miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Y a que le llamo miedo?



¿Y a que le llamamos miedo?
 
¿Porqué surge esa sensación? 
¿Qué le sucede al cuerpo y a la mente? 
Nos solemos hacer estas preguntas cuando hablamos del miedo psicológico, de ese que no tiene que ver con un peligro físico real, sino que toma forma de emoción que se apodera de nosotros en forma de desasosiego, preocupación, ansiedad, angustia..... etc. 

Eso que en un principio percibimos como una sensación, una tensión, un bloqueo en ciertas partes del cuerpo que nos hacen respirar entrecortadamente y que disparan la mente en busca de estrategias de salida. 

Ese miedo que aparece cuando sentimos que puede ser destruida o manipulada nuestra imagen y que nos hace protegernos de algo que no ha ocurrido, pero que podría ocurrir en un futuro. O algo que sí ha sucedido, pero que no queremos que vuelva a suceder porque nos hemos sentido heridos por ello. 

Un miedo que aparece por lo tanto ante cualquier amenaza de eso que llamamos "mí" o "mío" , a lo que nos hemos anclado, y que por no saber  vivir en la incertidumbre, no estamos dispuestos a perder. Llámese honor, prestigio, estabilidad emocional, seguridad económica, amigos, pareja ... etc, etc, etc. 

Un conflicto que se genera cuando aparecen los pensamientos creando un entramado de dudas, posibilidades y sospechas, que no va a poder ser resuelto desde el mismo nivel que ha sido creado. 
No puede ser, por lo tanto el pensamiento el instrumento adecuado para poder resolver el conflicto. puesto que ha sido el pensamiento, basado en la memoria y en la imaginación el responsable de él. 

Y si queremos escapar para no hacerle frente, evadiéndonos con actividades o entretenimientos. O buscando paraísos maravillosos en donde olvidarnos o decir que lo hemos trascendido, sólo estamos posponiendo la solución y además añadiendo más confusión y tensión a la ya existente. Así que eso no sirve si lo que queremos es desenterrar sus raíces y llegar al fondo de la cuestión. 

Por eso habremos de aprender a vivir con esa sensación y ver como se mueve . Porque si observamos el miedo, vemos como el problema surge por haber limitado la idea de lo que somos al cuerpo, a la forma, y a pensar que podemos funcionar como una persona separada.

Porque vivir desde ese "parcela personal". Desde esa imagen que hemos creado de nosotros, queriendo defenderla de cualquier amenazada, estamos no sólo confundidos e incompletos, sino a expensas del miedo de lo que suceda con esa otra parte que buscamos nos complete. 

Y en esta observación descubrimos como las sensaciones, las facultades físicas y mentales conforman la naturaleza humana de manera universal. No hay nada personal en ellas- Y está en nuestra capacidad de sabernos conocedores de ellas, sin identificarnos con ellas,   en donde encontramos la salida que buscamos. 

Al observar la mente, dejamos de ser esclavos de ella. Nos salimos de los estados mentales. Somos Conciencia que la atestigua, con todo el poder y orden que ello conlleva. 

La vida seguirá actualizando situaciones difíciles o complicadas, pero si aparece el miedo, en lugar de empezar a buscar culpables y tramar estrategias defensivas, nos interesamos por él , observando que partes de nuestro cuerpo se sienten tensionadas para llevarles aire a través de la respiración. Y nos abrimos a la sensación sin dejar que se interponga ninguna imagen, ni permitir que el parloteo de la mente nos agote la energía. 

Y desde ese silencio , desde esa falta de referencias, sin memoria, sin tiempo que genere un futuro, en esa apertura al Ahora, encontramos una llave a la libertad. El camino y la dimensión del SER, en donde la vida fluye siempre nueva, de instante en instante , y la personalidad aparece y se disuelve afrontando cada situación, cada reto, adecuadamente y con la energía necesaria y fresca de cada vez.