domingo, 28 de marzo de 2010

Reflejos




Aprenda a mirar sin imaginación y a escuchar sin distorsión.
El amor y la luz son impersonales, pero se reflejan en la mente como conocimiento y buena voluntad. (Nisargadatta) 

En esos paseos habituales por la orilla de la ría que hay cerca de mi casa, no dejo de maravillarme ante la nitidez de los reflejos que se producen en sus aguas los días plácidos y tranquilos. Unos reflejos que parecen reproducir fielmente la realidad, pero que se alteran al menor movimiento..., ¡son tan frágiles y dependen de tantas cosas!... de la luz..., de la brisa..., de los alegres y bulliciosos aterrizajes de los patos...de las estelas que dejan los cisnes en sus elegantes desplazamientos.....de los saltos de los peces que juegan a descubrir la superficie... y sobre todo, dependen de la mirada del espectador. 

Estas tranquilas contemplaciones de la naturaleza con sus ritmos habituales parece que inducen a comprender el movimiento del condicionamiento en el ser humano, para ir más allá de él y encontrar su origen. Y al igual que se observan los reflejos en el agua de la ría moverse a la menor interferencia , podemos observar el movimiento de la mente cada vez que aparece un pensamiento, cada vez que se despierta una emoción, ya sea positiva o negativa, cada vez que surge la memoria del pasado o cada vez que nos vemos proyectando un futuro siempre imaginario.... . Podemos observar como aparece todo eso en el plano de la mente... pero como ya hemos descubierto el carácter evanescente y transitorio de todo ello, dejamos que se presente y que vaya pasando sin sentirnos inducidos a cambiar nada.... sólo constatando.., constatando lo que el movimiento del condicionamiento universal provoca en nosotros cuando nos roza en su constante ir y venir. 

Ese centro de percepción que mira al movimiento de la mente sin el menor interés en cambiar nada, ni adquirir nada, ni siquiera crear una imagen del que mira, va a permitir que ese espacio limitado por el condicionamiento se reabsorba en si mismo y se descubra como un centro incondicionado e impersonal, Atención Plena, Presencia lúcida en donde el Silencio se descubre como su fuente. 
La quietud que sobreviene no significa que hayamos tenido que destruir o menospreciar la mente, sino que hemos descubierto sus funciones y sus limitaciones y por lo tanto sabemos cuál es su utilidad, para a partir de ahí , movernos en nuestras relaciones con ella en suspenso, con el ego relajado, desde ese estado de amor y humildad que nos permite permanecer entre lo condicionado desde una inteligencia incondicionada. 

Y si observamos el cuerpo podremos percibir de que manera se ven reflejados en él los miedos y los conflictos puestos en marcha por una mente fragmentada y desintegrada, creando bloqueos y contracturas que le están impidiendo disfrutar de una respiración y una relajación adecuadas y de que la energía fluya hasta llegar a cada una de sus células con su savia sanadora. 

Sensibilizarnos del cuerpo nos pone en contacto con esa energía que lo anima y que sobrepasa sus límites, expandiéndose en el espacio mucho más allá de él y que nos conducirá hasta participar de esa vacuidad que se produce cuando se desmonta la existencia de un yo. Y este es el gran reto que se nos plantea en nuestro día a día. Si habiendo comprendido el entramado de esa mente que sólo sabe de adquisiciones, ya sean materiales o espirituales, trayendo conflicto y confusión a nuestro interior y de haber visto como funciona toda la estructura del condicionamiento humano, sabremos mirar hacia todo eso que es condicionado por la forma, con la misma mirada desapegada y amorosa que miramos los reflejos en las aguas cristalinas para movernos entre todo ello con la inocencia y placidez de un niño.

Hemos estado demasiado tiempo ocupados en cambiar el reflejo, lo condicionado, pero la claridad y el desapego pondrán en marcha esa atención acogedora y sin objeto, que nos permite descubrirnos como un centro de Conciencia no-condicionado, impersonal, que es testigo de la mente. 

Nos lo recuerda Nisargadatta cuando dice: "Usted no puede cambiar la imagen sin cambiar la cara. Primero dese cuenta que su mundo no es sino reflejo de usted mismo y deje de encontrar faltas en el reflejo. Ponga atención en usted mismo. Corríjase mental y emocionalmente. Lo físico seguirá de modo automático. El reflejo de lo real en toda su pureza, el Testigo, depende de las condiciones de la mente. Donde predomina la claridad y el desapego surge la Conciencia Testigo."


domingo, 14 de marzo de 2010

La mirada acogedora






El individuo es el que necesita el empujón, la mirada, para darse cuenta de que no hay individuo. La búsqueda comienza con el individuo y termina con la aniquilación del mismo.
R. Balsekar 

Siempre que nos cuestionamos : ¿Qué es la vida y de que depende?, nos damos cuenta de que la condición imprescindible es que haya un vehículo para poder experimentarla. Y a ese vehículo, que es el cuerpo-mente, cuando le prestamos la atención necesaria, podemos conocer sus funciones para utilizarlo de forma inteligente y adecuada. 

El cuerpo, forma parte de todo un universo que cuanto nos familiarizamos con él lo percibimos como un conjunto de sensaciones y energías, y funciona de forma sabia e inteligente si no es disturbado por los impulsos y tirones emocionales a los que le puede someter una mente siempre acostumbrada a interpretar y juzgar. 

Y la mente, es un instrumento útil y necesario para asuntos prácticos y funcionales, recoge el impulso de la humanidad como totalidad , depositaria de sus pensamientos, emociones, sexualidad o sentimientos. Pero se convierte en una fuente de conflicto cuando nos apropiamos de ella creando un "Mi", y desde esa identificación vivimos en constante elección entre lo agradable y lo desagradable, movidos por los deseos y entre los límites de la memoria de la cual sacamos los archivos para juzgar y comparar. Y si después de cada experiencia, nos la apropiamos diciendo: esto lo he hecho yo....esto es mío...., creamos la idea de un hacedor individual, de un individuo, con todo lo que eso acarrea. 

 Así que conocemos el cuerpo y sus sensaciones y a la mente con sus contenidos de pensamientos, sentimientos y emociones, pero ¿conocemos al conocedor? Porque si el motivo de nuestra indagación es vivir plenamente y que la vida fluya desde lo profundo de nosotros mismos, esa labor prioritaria es la que nos va a inducir a buscar una salida e ir más allá de los condicionamientos en los que nos vemos envueltos. 

Conocer al conocedor 

Nos dice Nisargadatta: "Su mente está toda con las cosas, las gentes y las ideas, nunca con usted mismo. Póngase a usted mismo en el foco, devenga consciente de su propia existencia. Vea como funciona usted, observe los motivos y los resultados de sus acciones, estudie la prisión que ha construido en torno a usted mismo por inadvertencia. Al saber lo que usted no es, usted llega a conocerse a usted mismo. La vía de vuelta a usted mismo es a través de la negación y el rechazo. Una cosa es cierta: lo real no es imaginario, no es un producto de la mente. La sensación "YO SOY", no es continua, aunque es un indicador útil. Muestra donde buscar, aunque no que buscar". 

Vemos pues, que esa identificación constante con el pensar y con el experimentar es lo que está impidiendo que lo real se manifieste. Y va a ser al reconocer a los pensamientos y a los sentimientos como superpuestos a nosotros, cuando abrimos un camino a esa Conciencia Testigo, a ese "YO SOY" del cual pende el mundo de la forma y de la experiencia. El Testigo es una gran herramienta porque nos ayuda a superar la identificación, abriendo una brecha y creando un espacio entre los acontecimientos y el que los percibe. Desde ese fondo, desde ese vacío, queda sólo la Presencia y la observación del fluir de los hechos. 

La mirada acogedora 

Con esa mirada acogedora, "el pequeño y tirano yo" se convierte en objeto, y no en sujeto de la Conciencia y la idea de un yo personal se va aflojando hasta permitir que "la otra dimensión" aflore, y la pluralidad de paso a la plenitud de la Unidad en donde el Ser que hay en nosotros se encuentra con el Ser de los demás y surge la hermandad de lo profundo. 
Cuanto más constante se va haciendo ese mirar inocente, más se funde el observador en la propia observación y se diluye y desaparece la sensación de un Mí individual, que se va integrando en una vida total, que aparece siempre nueva, creadora, trasformadora y en relación directa con el Ahora, con "lo que es", con una inteligencia que dando forma a todo y que cabalgando sobre los opuestos, nos hace trasparentes a lo real. Mientras no se establezca definitivamente ese don de la gracia, que es la experiencia de lo Real, seguiremos manteniendo el terreno preparado y las lámparas encendidas, para que el SER que busca expresarse a través nuestro, encuentre las condiciones adecuadas hasta que tenga lugar esa última trasformación.

lunes, 1 de marzo de 2010

Momentos





Quedéme y olvidéme,

el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dexéme,
dexando mi cuidado

entre las azucenas olvidado(S. Juan de La Cruz)




 

Hay momentos para la reflexión y hay momentos para el silencio.
Hay momentos para el discernimiento y hay momentos mágicos, de esos en los que decimos que ha pasado un angel y que todo ha quedado sosegado.


Hay momentos de gran paz interior en donde parece que los asuntos de nuestro pequeño y egótico mundo diario, aunque sigan ahí, resuenan lejanos y todo aquello que en otras ocasiones despierta un revuelo emocional, es mirado con la benevolencia y compasión de quién mira a un niño intentando hacer una travesura.

Y esos momentos son una bendición y un luminoso descanso en el camino.
Eso que nos visita inesperadamente, provocando un cambio en nuestro corazón, es de lo más provechoso cuando sabemos ahondar en ello.

Estamos tan acostumbrados a la actividad y el constante parloteo de la mente, que esa quietud y ese vacío de imaginación y expectatívas, nos resulta algo extraño y al cabo de unos dias ya nos está tentando a que salgamos de ahí, a revolotear, como si se tratara de una gripe que se está haciendo un poco larga.


El despertar de la armonía

Mientras la mente esté volcada hacia el mundo, percibimos el mundo a través de las tres cualidades que lo mueven: armonía, actividad y pereza (satua, rajas y tamas) mezclándose y sucediéndose en una constante alternancia. 


Pero cuando la mente se vuelve hacia el interior, hacia su origen, a través de una indagación que nos recuerda constantemente que no hay nada que hacer, ni que abandonar, salvo tener la convicción que nada es de uno, que cualquier cosa que se percibe está ahí debido a esta conciencia que somos y que la hace posible, entonces, Satua, la guna de la armonía aparece cumpliendo su papel regulador de las energías y reconstruyendo la personalidad de acuerdo a nuestra verdadera naturaleza. 


Ese paso previo que hemos tenido que dar, dejando atrás todo lo que se limite a un "yo" o a un "mí", abre el camino a una Conciencia acogedora, que permite que las cosas encuentren su lugar y se desarrollen sin interferir y entonces, al igual que cesa el deseo o el rechazo para que sean de una u otra manera, cesa también toda esa actividad innecesaria puesta en marcha por una mente miedosa de estarse quieta y queda solamente la acción inteligente, esa acción útil y marcada por la necesidad del momento. 

Ese telón de fondo, esa viviencia, disuelve los rastros de un hacedor individual y nos sitúa cara a cara con la única realidad que en todo momento somos, pura Conciencia de SER y de AMAR.

 

Dice Nisargadatta:
Siempre hay momentos en que uno se siente vacío y apartado. Tales momentos son de lo más deseables pues significa que el alma ha soltado sus amarras y navega hacia lugares distantes. Esto es desapego, cuando se acaba lo viejo y lo nuevo no ha llegado aún. Si usted tiene miedo, el estado puede ser penoso; pero no hay nada que temer. Recuerde la instrucción: se encuentre con lo que se encuentre, vaya usted más alla.