domingo, 22 de agosto de 2010

El reto de vivir




Usted vive, siente y piensa. Prestando atención a su vivir, sentir y pensar, usted se libera de ellos y va más allá de ellos. Su personalidad se disuelve y solo queda el presenciador. Entonces usted va más allá del presenciador. No pregunte como acontece. Solo busque dentro de usted mismo. (Nisargadatta).

Cuando empezamos a dar atención a nuestro vivir, como nos recomienda Nisargadatta, es cuando vamos haciéndonos conscientes de todo un movimiento interior de pensamientos y sentimientos que pasaban desapercibidos porque funcionaban en piloto automático. Todo ese parloteo interno que condiciona la mente y por lo tanto deforma las respuestas a la vida, es el que nos hace vivir como seres separados de la totalidad, nublando y oscureciendo la Presencia lúcida de lo Real.

El discernimiento que supone diferenciar entre lo transitorio y lo permanente, entre lo que aparece en nuestro campo de conciencia, como son los pensamientos y los sentimientos, y el percibidor de dicho campo, nos va liberando de esa identificación con lo percibido y nos descubre que somos esa capacidad de percibir, de constatar hechos, dentro de una amplia e impersonal Conciencia. 

Mientras continuamente olvidamos esto, se puede decir que vivimos como dormidos y sin poder encontrar salida al sufrimiento. Todo el proceso del despertar parece bastante sencillo, pues sólo nos exige estar bien posicionados y alertas. 

Esa Conciencia que en todo momento yo soy, y que no es afectada por lo que aparece, sino que tan solo le da realidad, es como un foco de luz que ilumina lo condicionado mientras permanece ella misma incondicionada. Y cuando nos distraemos y volvemos a tomarnos por lo que nos somos, buscando una perspectiva individual, oscurecemos y añadimos confusión en el mundo, porque las relaciones que queremos establecen nacen mal asentadas desde el principio, basadas en ideas estáticas y en imágenes en donde se elige entre unos y otros en función de los gustos o caprichos de la mente. Y seguimos girando como ruedas de molino, buscando respuestas en el pasado, entre todas esas experiencias que almacena la memoria, mientras se nos escapa la vida que se desarrolla en el Ahora y que trae la frescura de lo nuevo. Se pierde ese contacto directo con los hechos y su respuesta natural.

Nos hemos habituado a los daños que ocasiona ese mal uso de la mente. Y entre todos estamos creando un mundo dominado por el miedo y la codicia e indiferente al sufrimiento y al caos que con ello se ocasiona. Y mientras tanto el ser humano vive y muere ignorando su grandeza y sin tener la oportunidad de descubrir cuales son sus capacidades reales ni conocer el sentido de su vida. Afortunadamente siempre es buen momento para empezar y para poner en marcha entre todos una forma más madura de relación, en donde se cuestione y se ponga fin a ese pensamiento que sólo alimenta al "yo", al "mí", lo mío, lo que me gusta, lo que me conviene y que genera tantos estragos por el uso sin escrúpulos de las cosas y de las personas con el único fin de satisfacer sus demandas o carencias. 

Por eso decimos que traemos orden a la vida cuando conocemos como funciona la mente, cuando descubrimos lo limitado de sus capacidades y cuando la dejamos de utilizar para lo que no le corresponde. Y desde ese silencio o quietud mental podremos descubrir que hay otra dimensión, que la contiene, pero que a la vez está más allá de ella. La mente sólo sabe conocer y experimentar, por eso no nos puede ayudar a ir más allá de eso que conoce. Para descubrir algo más, la mente tiene que cesar de proyectar imágenes y permitir que la vida fluya por ella y se ensanche mucho más ella, sin la interferencia de sus reacciones. Y en esa vida sin defensas y sin la falsa seguridad que aporta la idea de un ego, se descubre ese espacio que no conoce particularidades y que no es otra cosa que amor y compasión hacia todo y hacia todos. 

Así que será necesario que el cuerpo y la mente estén dispuestos a pasar "la prueba del algodón", que es esa purificación que los hace trasparentes a los zarpazos y retos de la vida, y que permite que toda la fuerza y la violencia del universo los traspase sin dejar residuos, para dejar de ser un "pepito grillo" y convertirse en aliados y fieles servidores del SER. 

Son el amor y la compasión los que nos enseñan a ser prácticos y aprender a vivir con los pies y las manos en la tierra, mientras la mirada está vuelta hacia lo supremo, moviéndonos con lo condicionado, sabiéndonos incondicionados. Y eso no es algo etéreo, sino algo que vamos construyendo cada día, en las relaciones con la familia, con los amigos, con la sociedad y sus contradicciones, con toda esa violencia y caos que se produce en cada momento en el mundo...con todo ese movimiento que llamamos exterior y con todas las respuestas internas que todo ello despierta tomando la forma de sentimientos o emociones de toda índole. La aparición de una Conciencia acogedora será la que irá integrando todo eso, porque el SER y el AMOR que somos, que son pureza y armonía, no establece diferencias ni entre las cosas ni entre las personas..

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