Desde el momento que salgo a la calle sintiéndome "fulanito" o "fulanita", con una serie de actividades a desarrollar en el trascurso del día, ya sea en el trabajo, o en la casa, o en mis relaciones, o simplemente en ese tiempo que pretendo sacar para el ocio, toda esa agenda, todo eso que pretendo llevar a cabo durante el día, toma su cuota de poder al convertirse un fin en sí mismo y en esa dinámica e inmersa en lo que hago, o en los resultados que pretendo conseguir, me estoy olvidando de lo más importante que es del " cómo lo hago "
¿Es la acción que parte de mí, expresión de lo que soy?
¿Está teniendo en cuenta no sólo a mí cuerpo sino al universo entero?
¿Sale con la conciencia y desde el lugar adecuado, o es producto del enredado entre objetivos y resultados?
Aportar conciencia al mundo de la acción y al mundo de la relación es el gran reto. Los hábitos y los condicionamientos sociales siempre nos querrán llevar al huerto, imponer su forma superficial de vida y sus prisas y ansiedades por conseguir objetivos.
Saber desenvolverse en todos esos ambientes en los que predomina la inconsciencia, permaneciendo despierto y siendo en todo momento lo que uno es, pura Conciencia de Ser y de Amar, tiene que ser una labor prioritaria en lo que concierne a nuestra responsabilidad con la sociedad.
Para que tenga lugar esa trasformación interior, en donde ya el movimiento en la relación se produce sin interferencia del pensamiento y de la emoción, ha habido que acostumbrar previamente a la mente, a que deje fluir eso que viene del interior sin distorsiones.
Y así, ya no importa en donde ni con quién estemos, si en la oficina, si en el súper, si entre el ruido de lugares o personas que nos muestran su falta de claridad o sus hábitos poco saludables, porque ya no interponemos esa imagen que creaban las preferencias ni la separación. Simplemente estamos ahí, aportando luz y calor a la situación.
Esa inversión es necesaria para vivir desde la madurez, y desde nuestra vivencia de Ser, ser nada y ser nadie, y así aparecerán también las respuestas correctas, las que fluyen de ese vacío, que es el movimiento del amor reconduciendo y enderezando cada situación.
Abandonado ya lo viejo, la vieja imagen o identificación personal que sólo entiende de reacciones...
Cuando comprendemos que toda esa inconsciencia que induce a andar corriendo, entre prisas, o tener que llenar el día de actividades, se puede corregir fácilmente sabiendo adecuar el consumo y el gasto de energía a las necesidades reales, veremos como toda esa ansiedad desaparece pronto, con un simple ajuste de hábitos de conducta.
Para poder moverse en medio de la tensión y el ruido, sin ser afectados por ellos, los nervios deben de estar templados y toda la estructura mental y emocional apaciguada. Una dieta sana y moderada, la respiración siempre amplia y consciente, el ejercicio físico y una relajación adecuada, muchas veces hacen milagros, y facilitan ese silencio tan necesario de todas las estructuras.
Y así ya habremos hecho nuestra parte, que es librar al universo de un enredo. Y a partir de ahí, ya es ese amor expresándose, el que en el día a día, y en medio del ruido y la tensión del mundo, permite que aportemos nuestro granito de arena para construir una sociedad en donde ya empiece a ser más importante el SER, que el tener.