domingo, 7 de febrero de 2010

El desván




Cuando los acontecimientos del día a día, son vividos directamente, desde un profundo estado de presencia, sin necesidad de ser interpretados, pasan sin dejar rastro detrás de ellos, y esa quietud que es nuestro estado natural, se establece como fondo de nuestras vidas.
 

Pero cuando esos mismos hechos se viven desde la interpretación, desde la figura de un experimentador, y no se procesan adecuadamente, dejan residuos que se van acumulando en ese desván de la memoria, y salen a la luz, algunas veces de forma impulsiva o a destiempo, convirtiéndose más tarde o más temprano en un lío o nudo a resolver. 

Ese desván, formando por la memoria del pasado, lleno de viejas e inservibles historias, de fantasmas a los que les atribuimos una identidad personal, representa todo aquello que en su momento no se ha dejado fluir, que no se ha resuelto y que desde falsos posicionamientos condiciona nuestras respuestas a la vida , obstruyendo o nublando, lo que por su propia naturaleza, solo es claridad o iluminación.

¿De qué se llena ese desván? - Se llena de sentimientos y emociones sin procesar, de falsas expectativas, de frustraciones, y hasta de alguna que otra alegría. 


La mente, cuando responde de forma armónica para afrontar en su nivel cualquier reto, pero que se retira en cuanto ha cumplido su misión, sin crear una historia de ella, es una mente sensible y ordenada. Los líos, los creamos nosotros cuando nos resistimos, cuando nos quedamos pegados a los objetos, cuando no queremos soltar, cuando sólo queremos la parte agradable de la vida, cuando nos relacionamos desde un esquema de pensamiento o una idea preconcebida, desde un exceso de imaginación..., en fin, con todo eso en lo que el experimentador se ha ido a vivir a la experiencia y funciona desde la creencia de ser una entidad individual. 

Y como en esta indagación, somos valientes y no nos interesa echar balones fuera, no nos valen las viejas fórmulas de : es que me han hecho...es que me ha sucedido...es que el otro es así, porque nunca es el otro o la situación el problema, si no la madurez desde la que se afronta. Hay que mirar todo eso que de una manera u otra impide avanzar, que provoca resistencias o rechazos, que está poniendo en marcha todo tipo de emociones negativas, que nos mantiene a la defensiva y nos esclaviza con las cadenas del pasado y de la imaginación, porque es precisamente toda esa montaña de inconsciencia la que no está permitiendo que se vea la luz , ejerciendo su hechizo a través de los cantos de sirena de un ego que sólo sabe jugar a decir : ¡Soy tu pasado! Si te deshaces de mí quedarás sin nada en lo que te reconozcas, quedarás sin historia! ¡Estarás expuest@  a las incertidumbres de la vida! ¡Estoy cuidando de tí para que nada ni nadie te haga daño, para que sepas defenderte! Y así, ese vasto espacio de luz , que es nuestro Ser Real, queda continuamente oscurecido, cuando ante cualquier situación se interpone un experimentador apropiándose de la experiencia y provocando la aparición de todo ese mundo emocional que nos convierte en zombis, funcionando desconectados de nuestra realidad y en piloto automático.

Estoy segura de que cada buscador tendrá sus propios métodos para salir de este mundo repetitivo de la memoria y de la imaginación, porque esos estragos de los que la mayoría de las veces no somos conscientes, dañan irremisiblemente el propio cuerpo y son un foco de conflicto para el resto de nuestro entorno. Ese fuego interno, que se genera con cada emoción, nos bloquea y nos quema hasta que no ponemos en marcha mecanismos equilibradores. Reconducir ese calor de forma sana exige devolver esa energía a la vida, llevándola a espacios más amplios a través de una respiración consciente, o movilizándola de forma adecuada a cada situación. Ese primer respiro dará paso a un segundo, que ya consistirá en desarmar a ese ladrón que todos llevamos dentro en forma de parloteo mental. No dar cabida a cada pensamiento que nos enrede en juicios y opiniones, creando la idea o la autoridad de un pensador, nos hará vivir una vida que se desenvuelve siempre en presente y como totalidad.


Ser, simplemente ser 

Tener el cuerpo y la mente sosegados, es tenerlos disponibles, libres de resistencias, para que puedan cumplir su misión como vehículos de la conciencia, en una vida que fluye en el constante equilibrio de los opuestos, y en cuya totalidad, no cabe la posibilidad de un hacedor individual . 
En este proceso del despertar, este desván del que se ha hablado, será visto ya como la oscuridad de la habitación con la ventana cerrada, que cuando se abre y entra luz ¿a dónde se ha marchado?  ¿ qué realidad tenía? 
Habremos entendido entonces, el engaño que encierra esa fascinación hacia los objetos, hacia la necesidad de crear un experimentador para cada experiencia y sabremos, por propia vivencia y sin ninguna duda, cuál es nuestra identidad real, Ser, sólo Ser.