miércoles, 9 de junio de 2010

Ser Todo, Ser Nada




El amor dice: Yo soy todo. La sabiduría dice yo soy nada. Entre ambos fluye mi vida. Y puesto que en cualquier punto del tiempo y del espacio puedo ser ambos, el sujeto y el objeto de la experiencia, lo expreso diciendo que yo soy ambos, ninguno, y estoy mas allá de ellos. (Nisargadatta)


Algunas veces tendemos a imaginar la "iluminación", o esa "Nada", que es nuestra esencia, como una experiencia maravillosa que nos va a permitir vivir libres de los conflictos que acarrea el cuerpo y a establecernos así en una especie de paraíso perdido. 
Pero esta interpretación presupone que existe un yo "individual", un personaje que tiene realidad propia y que "la persona", después de grandes trabajos se va a poder liberar. 

Pero en realidad, la comprensión nos va haciendo ver todo lo contrario, que es la creencia de ser un "mí con mi historia", o esa persona tal y como hasta ahora la habíamos entendido, de la que nos debemos liberar. 

Hay una gran relajación cuando se comprende que La Verdad, lo Real, lo Esencial, no es algo que se puede adquirir, que no llegamos a ello por acumulación de conocimiento, que no es ninguna experiencia. Sino que "ello", es lo que está siempre ahí como trasfondo de toda experiencia, que es la posibilidad y el espacio en donde aparecen todas ellas. Que la Verdad, no se experimenta, se ES. 

La vida que florece cuando cesamos de estar constantemente identificados con el pensamiento, es una vida que no conoce las fragmentaciones, es una vida total, es Conciencia, y en esa Conciencia aparece y se difumina el pensamiento, aparecen y desaparecen las experiencias y hay unidad entre el experimentador y lo experimentado. 

Y hemos descubierto que el pensamiento no tiene realidad propia, que es un objeto y por lo tanto, como todo objeto, toma su realidad de aquel que lo constata. Es energía movida constantemente por este baile de los opuestos que es el universo y alimentada por el brillo que dan los deseos de conseguir lo que gusta o de resistirse a lo que resulta incómodo.

Y a pesar de ello, seguimos habituados a permanecer la mayor parte del día inmersos en el pensar y el sentir, identificados con el movimiento periférico de la Consciencia. Y olvidándonos de lo más importante, que es lo que subyace detrás de ellos; y no teniendo en cuenta que todo lo que aparece , tiene lugar en esa pantalla en blanco que es nuestra Consciencia. 

Reconocernos como Presencia, esa luz que ilumina paso a paso cada momento de la vida, nos permite abrir huecos a todo aquello que la mente se resistía a iluminar, y que rechazaba porque había construido un mundo dividido entre buenos y malos. Y todo ello nos acercará a reconocer la misma esencia en todo, abiertos a un Amor que no entiende de divisiones . 

Aunque lo que somos, Pura Conciencia de Ser y de Amar, siempre lo somos, sea cual sea el contenido de nuestra vida, la mente tiende un poderoso velo y nos despista muy a menudo y entonces aparece la necesidad de despejar el camino o de crear las condiciones necesarias hasta hacernos conscientes de que "ese" que buscaba ya es lo buscado. 

No obstante, el pequeño e ilusorio "yo" emprende su sadhana, (práctica espiritual), un proceso de purificación del cuerpo y de la mente para equilibrar esos cinco elementos que lo constituyen e ir reconduciendo la vida desde la oscuridad hacia la claridad, como parte de este juego universal. 

Afortunadamente, hay muchos momentos en donde es fácil ser conscientes "de ser conscientes", darse cuenta que sólo la Conciencia Es, son momentos en donde las potencias están armonizadas y uno se vuelve permeable, trasparente, percibiendo que el Amor del Ser fluye a través de todo, sin distinciones de bonito o feo, cómodo o incómodo, bondadoso o malvado. Pero también hay situaciones ante los cuales la mente, inesperadamente, se crispa ante lo que sucede y hay que acoger con paciencia y cariño la aparición de ese personaje "que se revela" para iluminarlo. Porque sólo la luz de la conciencia disipa las sombras de la inconsciencia y permite entender cómo la inteligencia y el orden universal, equilibran la materia; y que al igual que hacen circular la sangre por el cuerpo humano, son capaces también de provocar terremotos o huracanes. 

Descubrirnos como Conciencia, Presencia, es una bendición que establece un amoroso abrazo con el fluir de la vida y deja de alimentar las interferencias de ese ego o "pepito grillo" al que tanto le ha gustado siempre interpretarla. Todo el universo, está sostenido sobre Ser, Conocer y Amar, estos tres atributos que impregnan toda la existencia, desde la más pequeña brizna de hierba hasta llegar al ser humano conformando todo ello nuestro cuerpo universal, nuestro "YO SOY". A asentar este peldaño es a lo que debemos apuntar. Porque siendo TODO, intuimos esa Nada o Absoluto que supone el Vedanta, el fin de Los Vedas, el fin de la palabra. 

Nisargadatta: La fuente de la luz es oscura, la del conocimiento desconocida.