viernes, 25 de junio de 2010

Esclavitud o Libertad



Cuantas veces decimos que queremos ser libres y al momento siguiente nos encontramos respondiendo a los retos de la vida repitiendo los mismos códigos de conducta, los mismos errores y viviendo en un túnel sin salida sin posibilidad de descubrir esa libertad que tanto anhelamos.

Parece que damos por natural que buena parte de nuestra vida se desenvuelva en medio del conflicto y del sufrimiento, creyendo que eso forma parte inevitable de ella y que además nos sirve para ejercitar nuestra capacidad de superación. Así que la simple aproximación a una vida plena y sin esfuerzo, le resulta tan desconocida a la mente, que le da pavor. Ese rio fluyendo que es el vivir nos da la oportunidad de descubrir cuantas veces nos hemos quedado atascados en alguna orilla. Porque esos atascos nos indican cuantas raíces y ramajes quedan aún por ahí, obstruyendo su cauce. Unas raíces y ramas que representan todo ese mundo emocional que nos resistimos a iluminar y que almacenamos porque no se corresponde con la idea que hemos ido creando de nosotros, hecha a base de hábitos o condicionamientos de todo tipo que nos impiden vivir en comunión directa con lo real.

Y mientras el cauce no esté limpio, seguiremos echando culpas y atribuyendo a un exterior todo aquello que nos hiere o nos molesta, en lugar de permanecer alertas y sensibles para mirar hacia adentro, y con humildad y seriedad encontrar las causas, carencias y emociones que nos hace crear esa imagen, que es en realidad, la que se siente herida menospreciada. ¿De que está formada esa imagen? ¿No es sólo una idea? ¿Es miedo a perder algo? ¿Es deseo de adquirir o de poseer?

Nuestro cerebro, que es como el gran almacén de nuestra memoria individual y colectiva sólo sabe moverse entre deseos y temores, y tiene a buen recaudo todo una serie de referencias que hacen que una y otra vez continuemos repitiendo los mismos esquemas e interponiendo los mismos patrones de conducta ante una vida que, como el rio, no sabe nada del ayer, porque siempre está actualizándose y se desarrolla en un eterno Presente. 

Mientras permitimos que nuestro pasado dicte las respuestas al presente de nuestra vida, mientras seguimos creyendo que son los demás la causa de nuestros conflictos o crispaciones, es que no queremos madurar, no queremos hacernos responsables de que todo ese gallinero que se despierta en nuestro interior y que reacciona, ha sido construido por nosotros, hecho a base frustraciones, deseos insatisfechos y miedos irracionales que hemos ido almacenando y reprimiendo, y que sólo una conciencia acogedora y amorosa va a permitir que salgan a la luz para que no quede ninguna capa de nuestra naturaleza humana sin iluminar. 

Todo esto es parte del funcionamiento humano universal. Pero la Libertad comienza en el mismo instante que comprendemos que somos algo más que eso, y que además, lo que somos, no es afectado por eso, pero que podemos ayudar dejando de obstaculizar el que la vida fluya por los cauces correctos. La capacidad de Constatar, de ser simple Observador, es ese primer paso que da libertad a lo condicionado, a lo irracional, para que pueda salir de su oscuridad y clarificarse. 

En la medida que vamos dejando atrás el control que ejerce la mente, el gran censor, vemos que también van desapareciendo esas resistencias o rebeldías que nos impiden tener una visión madura de nosotros, y por lo tanto de los demás, con nuestras luces y sombras, y que desmontan a ese falso yo ideal que necesitaba reinventarse a cada momento para asegurar su existencia. 

Ser simples observadores de lo condicionado, sin censuras, sin intervenir ni querer modificar, abre la puerta de lo incondicionado, y es una invitación a vivir en ese hermoso espacio desamueblado que está en todo momento dando cabida y amando a los dos. 

La Libertad la somos en todo momento. Nosotros elegimos en cada instante en donde queremos vivir: Elegimos la esclavitud y el sufrimiento cuando queremos seguir filtrando la vida con la mente, desde esa idea -imagen que hemos construido de nosotros y que sólo busca seguridad, adquisición y permanencia dentro del tiempo y el espacio. Y elegimos ser libres cuando aceptamos la vida y su incertidumbre tal como se presentan, sin dejar rastro ni residuo tras sí, sin crear imágenes, en ese constante devenir del AHORA, siempre eterno. Por lo tanto La Libertad es lo más cercano que tenemos. Mucho más próximo que la siguiente idea. Y es en nuestro día a día, momento a momento, cuando tendremos que ir eligiendo, si queremos seguir alimentando al falso personaje y sus demandas sin fin, o comenzar a dar una oportunidad a esa vacuidad sin referencias que nos acerca a la verdadera Libertad.