miércoles, 16 de marzo de 2011

El pensamiento y la libertad




Pasamos gran parte del día pensando, porque el pensamiento es algo que sucede de manera automática. Y él se pasea por nuestro interior buscando alimentarse de nuestro pasado o poniendo en marcha nuestra imaginación. Se entretiene reviviendo las viejas historias que nos han ocurrido o proyectando lo que pueda ocurrir en el futuro. Así revolotea buscando la manera de sobrevivir. 

Y es cuando nos identificados con nuestros pensamientos, cuando creamos un “yo”, un "mí", o esa estructura que llamamos “ego”. Porque cuando observamos al ego, a eso que llamamos " mi persona", encontramos que no es otra cosa que eso, pensamientos y sentimientos que han enraizado en nuestro psiquismo y que ocultan o desvían nuestra percepción de la realidad. El ego aparece cuando la conciencia queda identificada con el pensamiento, interpretando los hechos a través de él. 

Pero el pensamiento sólo es una pequeña parte de la conciencia, de la totalidad de lo que somos. Lo vemos claramente en los momentos de tranquilidad, o cuando realizamos alguna actividad en la que no necesitamos pensar y descubrimos en nosotros una paz y una alegría que nos llega de otra dimensión, y que por lo tanto, debe de ser el reflejo de nuestra naturaleza real, de nuestra esencia, pero que por ignorancia, mientras no somos conscientes de ello, se lo atribuimos a los objetos que nos la producen.

Y el pensamiento da lugar a la emoción. Pensamiento y emoción siempre van juntos. Porque la emoción es la respuesta que da el cuerpo al pensamiento. Cuando un hecho encuentra una respuesta automática y natural, no nos genera ninguna emoción. Pero en cuando empezamos a cavilar interpretándolo: me gusta, no me gusta...debería ser así o no......me corresponde , no me corresponde....aparecen todas esas emociones inducidas que nos causan tanta amargura y conflicto. Y además ya no nos vale decir que hay emociones positivas o negativas, pues unas y otras se intercambian con gran facilidad: lo que me agrada hoy, mañana ya me ha cansado y lo que hoy me da placer, mañana me molesta....porque todas ellas provienen de la capa más superficial de la conciencia, y en esa dimensión todo está sujeto al cambio y a la trasformación

¡Así que cuánta energía perdemos entre expectativas y defensas de toda clase de asuntos imaginarios!. Historias que fabula la mente recreados sobre antiguas experiencias o condicionamientos en los que hemos sido educados. Pero que al no ser hechos actuales, no tienen nada de reales. Pero que mantienen a nuestro organismo en una tensión y a una ansiedad que da lugar a muchas de las enfermedades que padecemos.

Sólo cuando traspasamos esa capa nos vamos a encontrar con que existen estados más profundos de Paz, Amor o Alegría, que afloran de otra dimensión de la conciencia y que no se ven alterados sean cuales sean las circunstancias externas. 

Son estados de nuestro SER, que emergen impregnando de Amor y belleza nuestro vivir y nuestras acciones . Ese mirar más profundo es el que nos permite constatar como detrás de los pensamientos y de las emociones está el telón de fondo desde donde pueden ser percibidos. Y que ese telón de fondo es algo que nunca cambia en nosotros y que por lo tanto constituye el eje de nuestra naturaleza esencial.

Manteniéndonos ahí, con nuestra atención dirigida a la vivencia de SER, al momento presente, al AQUI y AHORA , al “YO SOY”, vemos desprenderse esa identidad que nos hacía vivir pegados a los pensamientos, pegados a las emociones, creernos un objeto entre los objetos, y descubrirnos como Conciencia que constata. 

Pues la Presencia consciente pone fin a la continua identificación con los pensamientos y las emociones en un entendimiento en donde la mente se rinde. Ya no nos interesa oponernos a la vida, cuando nos sabemos parte intrínsica de ella.. Y permitiendo que todo sea como está siendo... ya somos completos y libres. 

Nos habíamos habituado a identificarnos con lo que hacemos en la vida, o con lo que tenemos. Pero para trascender la idea de ser un individuo particular hay que salirse del contenido. ¿y que hay más allá del contenido? ¿No es eso que lo hace posible?, ¿No es el espacio en donde todo cobra existencia?



5 comentarios:

FURIA DEL LAGO dijo...

Un paseo exhaustivo por tu jardín, Beatriz. Una propuesta que me nace de tus reflexiones: Descubrirnos como conciencia para dejar que la constatación y el contenido se disuelvan por sí solos.
Un abrazo…

Anónimo dijo...

Que relato más cercano de nuestra cotidianeidad...y sin embargo, tal y como propones, es tan simple como variar la identificación. Basta identificar al cuerpo como un objeto más entre los percibidos y automáticamente se pone en marcha el proceso que te lleva a percatarte de que eres el espacio contenedor, no los objetos que contiene.

¿Podríamos verlos si no fueran partículas espejo que reflejan la luz que procede de nosotros mismos?

Excelente reflexión.
Un abrazo, Bea.

Anónimo dijo...

Bea, los pensamientos muy seguido nos hacen sus rehenes, cuando lo permitimos y ahí nos podemos mantener toda una vida cuando les dejamos seguir siendo nuestros secuestradores, como siempre gracias por tus profundas reflexiones. Recibe un abrazo.

Anónimo dijo...

GRACIAS BEATRIZ, es un placer seguirte y leerte.

Miguel
SER.ES

Goyo dijo...

Muy interesante esta reflexión que haces sobre el pensamiento y su relación con las emociones y las enfermedades. Me hace pensar sobre como el ser humano a través de los años ha creado tantos y tantos conocimientos y sin embargo es como si se hubiera olvidado de sí mismo.
A cualquier persona que le preguntes sobre ¿qué es el pensar? no sabría responder porque se supone que es algo tan obvio que no necesita de ninguna reflexión. Lo mismo ocurre con las emociones o los sentimientos y al final dejamos en manos de los especialistas dicho conocimiento, pero ellos mismos están tan perdidos como nosotros.
Yo me pregunto ¿por qué no dedicamos al menos un tiempo a mirarnos, porque todo ha de ser creído, acaso es tan difícil ver lo que somos?
Nuestro propio pensamiento es producto del condicionamiento social, cultural o personal y hemos de darnos cuenta que si bien tiene su utilidad funcional por otra parte no nos está permitiendo vivir sanamente porque continuamente crea conflicto.
Hemos de descubrir una forma de vivir y relacionarnos que no se base en el pensamiento sino en la percepción, algo que hoy en día podríamos decir que es desconocido.
Un abrazo.