jueves, 4 de agosto de 2011

Alma marinera





Confieso que siempre he sentido una profunda atracción hacia todo lo relacionado con el mar. Creo que al igual que se heredan los rasgos físicos o del carácter, debemos de nacer también impregnados por aquellos ambientes en que se han desenvuelto nuestros ancestros.



Esa pasión marinera me ha llevado a entender siempre la vida como si de un gran océano se tratara: profunda, misteriosa y en constante cambio y movimiento.



A lo que crece en la tierra le gusta echar raíces, tener un lugar adecuado para establecerse y decidir que ese espacio es de su propiedad. Pero en el mar eso no es posible. El mar no permite retener. Su naturaleza es el movimiento y la interaccíón con los otros elementos.



Y bajo esa adaptabilidad fascinante, permanece siendo lo que es, sea cual sea la forma que adopte: plácido, tranquilo, alborotado o bravío. Y aunque los vientos lo moldean, el sol le haga brillar, o tome prestado el color del cielo, es agua, y sólo agua, luzca por un instante con la apariencia y la belleza que refleja su superficie, como si permanece en la oscuridad y el silencio insondable de los abismos marinos.




Y así mi alma se ha vuelto marinera, porque se sabe Conciencia y solo Conciencia, tanto si adopta la forma, fulgor y brillo del mundo de la experiencia , como si se mantiene silente e in-afectada ,en su quietud y eterno reposo.