viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Y yo que quiero?



¿Y yo que quiero?


Mirando honestamente hacia nuestras necesidades en la vida, encontramos que el mundo emocional que nace y se alimenta de nuestros condicionamientos familiares, sociales o culturales, absorbe parte de nuestra atención, y crea nubes difíciles de traspasar hasta que no le dejamos que se exprese libremente, fuera de los escondites o justificaciones que le gustan a la mente.

La división falsa que aparece, es la que nos hace salir en busca de “quereres”:
Y queremos la Verdad , queremos a nuestra familia, amigos, pareja, hijos,.... queremos una vida mejor, seguridad, comodidad, salud,.... queremos que nos quieran, que nos valoren......queremos cambiar el mundo, queremos lo que tenemos.... y queremos llegar a tener lo que no tenemos. Y entretenidos entre tantos “quereres”, olvidamos que la Bienaventuranza que pretendemos conseguir a través de ellos, ya es nuestra, forma parte de nosotros porque está presente en nuestro interior como algo inherente a nuestro Ser.

¿Porque seguimos, entonces, ignorando este hecho y delegamos nuestro caudal de felicidad al que nos proporcionan los objetos y los sentimientos que ellos nos producen?.

Es un gran descanso entender el proceso que produce esta disfunción, para estar atentos a la tendencia que tiene la mente a engañarnos apropiándose y enjuiciando los movimientos de la vida , provocando así la dualidad y la división.

La propia práctica nos coloca en la posición correcta al comprobar que los hechos, lo que acontece, lo que el universo actualiza en cada momento, no crea ningún conflicto cuando fluimos con ello y el ego deja de interponerse.

Esa actitud de no resistencia, de aceptación plena, abre nuestro corazón, y de él brota la respuesta más necesaria , las más adecuada y la más inteligente, en donde el Amor original que está en todos nosotros, se expresa sin tener que dividirse entre unos “quereres”, que sólo pretendian, vanamente, recomponer la unidad olvidada.

No son los sentidos, ni los sentimientos, ni los conocimientos, ni las emociones, los que nos aproximan a lo Real y no hay ningún “querer” que nos pueda completar, puesto que ya somos completos en nuestro Origen, lo Real es nuestra identidad y el Amor forma parte de nuestro Ser.

Se nos olvida demasiado a menudo que somos proveedores de todo lo que buscamos. Que está en el corazón de todos nosotros la fuente del Amor y de la Luz, Y que ella no necesita nada, porque su función sólo es impartir realidad a todo lo que acontece.