martes, 8 de mayo de 2012

Vivamos como lo que Somos




 
Hay un anuncio en  la TV Gallega en donde se muestran los hermosos paisajes de esta tierra y las costumbres peculiares de sus gentes, animando a sentirse orgullosos de ello, al son de un “gaiteiro”,  buen mozo él y de buen ver,  que anima con un: " Somos "galegos"...  así que vivamos como "galegos".
Lo que el traductor  automático de marcadas querencias "advaitinas",  que llevo incorporado en mi mochila, me traduce por un : " Somos lo que somos, así que vivamos como lo que somos".

¿Y que somos?  "purita” vivencia de Ser... y de Amar" y como diría un buen amigo....algo que invita a ser mostrado en toda su pureza a través de la acción.

Al igual que para los gallegos su ancestral marginación fué un muro que tuvieron que traspasar, para llegar a demostrar sin rubor de lo que son capaces, como lo hacen ahora, a muchos de nosotros, los condicionamientos sobre los que hemos construido nuestra falsa identidad, a golpe de estados mentales repletos de temores y deseos,  han ocultado la natural grandeza y armonía del SER.

A veces el mundo espiritual ha sido una escapatoria fácil para no encarar los fantasmas de la mente, y no reconocerlos dentro de cada uno de nosotros. Y ha sido una solución muy socorrida, que permitía que cuando las cosas de la tierra se ponían feas o no respondían a nuestros intereses, siempre estaba el cielo disponible, con santos o no, en donde esconder nuestros desasosiegos bajo capas de nuevos estímulos y maravillosos paraísos, con la única condición de poner cara de buenos y dejar volar la imaginación.
Pero generalmente eso no es la solución, ya que cuando uno pretende dar un paso sin dejar limpio el anterior, la suciedad acumulada tarde o temprano reaparece.
 Decía Nisargadatta: "Recoja su basura es una ley universal y parece ser una ley muy justa".

La percepción de la mente siempre nos presenta un mundo divido en dos, en una dimensión en donde lo que funciona son los pares de opuestos: mío y tuyo, me gusta y no me gusta, deseo y temor.... Y eso crea fantasmas que se enfrentan entre ellos por la parte más suculenta, sin entender que todos forma parte del mismo espectro. 

Afortunadamente cuando descubrimos que el espacio mental es transitorio y limitado, y retrocedemos hasta reconocernos en una conciencia impersonal que lo constata,  aparece un cálido interés a objetivar los hábitos grabados como surcos en el cerebro, y que nos llevan a vivir repetitivamente, acogiendo el mismo tipo de pensamientos, generando las mismas emociones, y rechazando una parte de la vida por el simple hecho de que no nos gusta, puesto que ahí encontramos la clave de los "nudos" que quedan por deshacer.  Ahí está el fiel espejo que devuelve la imagen de lo que aún se considera “yo” , y que no quiere desaparecer porque se ha quedado apegado a las experiencias y no sabe como soltar la memoria y el contenido de lo que considera “su” parcela de la vida. La atención despierta y lúcida irá haciendo aflorar esas resistencias que se defienden, por no querer integrar La Vida, en mayúscula, que refleja nuestra Realidad.

Así que el reto está en traspasar el umbral de lo personal y su adición a vivir de juicios y conceptos y reconciliarnos con el fluir de la vida en donde la mente ya funciona al servicio, no de lo mío, sino de lo universal. Y entonces cualquier acción nos hará plantearnos desde donde pretendemos comenzarla  ¿desde las ideas? ¿o  empieza a hacer su aparición un corazón integrador aportándole calor y un nuevo sentido?

No nos sirven de mucho los anhelos de transparencia, si no hacemos que esa transparencia sea nuestra carta de presentación. Por eso aquello que pretenda mantenerse al margen y seguir funcionando de manera inconsciente, al amparo de los viejos hábitos, impulsos y manipulaciones, no puede tener cabida dentro de la quietud de una mente que ya se sabe al servicio del Ser, y empieza a clamar por un poco de claridad y orden para ella misma. Los momentos cada vez más espaciosos en que permitimos a la mente relajarse, en medio o no de cualquier actividad que desarrollemos, trasmitirán una mayor claridad y calidad a cada una de nuestras acciones.

 "Somos lo que Somos", pura Conciencia de Ser y de Amar,  así que seamos  en todo momento, con los ojos abiertos o cerrados, expresión de su plenitud y belleza. Y entonces lo cotidiano ya no estará a expensas de la ignorancia del ego, sino que se iluminará por la claridad que trasmiten los actos conscientes, en donde el vaciamiento emocional deja traslucir la armonía del SER y tiñe la vida con otros matices,  más cálidos, más armoniosos, más pacíficos, más comprensivos..., porque tímidamente empieza a hacer su aparición el Amor.