jueves, 27 de diciembre de 2012

La belleza de lo cotidiano

Vemos como los hábitos y condicionamientos de la mente que aún no hemos encarado, se interponen creando nubes llenas de imaginación, temores, ansiedades y prisas, que ocultan la armonía subyacente de nuestra naturaleza esencial y nos distraen de la presencia consciente en cada momento.


A veces, preferimos esconderlas para no verlas. O buscamos lugares idílicos que nos hagan olvidarnos de todo aquello que no nos gusta. Pero las cosas nunca se solucionan cuando queremos dar un paso, antes de limpiar el anterior. Dice Nisargadatta: Recoja su basura es una ley universal y parece ser una ley muy justa.

Cuando entendemos que la espiritualidad no sólo no permite evitar la parte de la vida que no nos gusta, sino que al contrario nos invita amorosamente a descubrir el porqué de este hecho,  empezamos a darnos cuenta de que realmente vivimos identificados con el movimiento de la mente y con el contenido de nuestras vidas. Y que mientras eso es así, el resultado siempre es el sufrimiento y la resistencia.


Así que para que nuestra naturaleza real y su inteligencia innata se puedan transparentar en cada acto, por insignificante que parezca, hay que dejar atrás las demandas y estrategias del ego, y purificar la mente en una completa entrega a la vida. Y así nuestra comprensión se expresa en la práctica y se contrasta en cada hecho de la vida. 
Y entonces sentimos que la paz, la alegría, el amor o la bondad que emanan de nuestro interior, muestran la dimensión de la lucidez.

Sabemos ya que toda comprensión debe de buscar expresarse en la práctica, Por eso es tan importante mantenerse atentos y lúcidos en cada acción, para que nuestros actos reflejen nuestra realidad interior.

Y deja de tener sentido entonces realizar las tareas a toda prisa de forma automática e impulsiva, para querer hayar después un respiro en la meditación o con algunas lecturas inspiradoras. Y no es que eso no sea también importante, pero cuando hay madurez en el entendimiento, el siguiente paso, ya nos conduce a convertir nuestra vida en meditación.

Y cualquier actividad que llevemos a cabo, por pequeña o poco valorada que sea, ya es expresión de nuestro Ser, lleva nuestro sello, el sello de nuestra realidad.

Y así hacer la compra, la comida, ducharnos, comer, ir al baño, conducir el coche, ....el blog, facebook, las llamadas telefónicas.... dejan de ser actos repetitivos y mecánicos, para vestirse con la belleza que emanan los actos conscientes. Impregnados de la inteligencia y el poder de la vida.


Y además, para bien de todos, liberamos tanto a nuestro cuerpo, como al del universo, de los fogonazos a los que los que los sometíamos con nuestras prisas y ansiedades. Y armonizados ya con el fluir de la vida, descubrimos otra forma de vivir, en donde, tímidamente, comienza a hacer acto de presencia el calor y la armonía del Amor.


Y aún así, nos encontraremos de vez en cuando, con situaciones en donde se actualizan sucesos que por inesperados, impetuosos o difíciles, nos plantearán otros retos.
Tendremos que estar alertas en esas circunstancias, para saber pararnos y atestiguar que lo que aflora, son los estados negativos asociados a ciertas emociones, que toman la
forma de crispación, visceralidad, impulsividad, insatisfacción, preocupación, frustración...
Pero mientras permanezcamos conscientes, sin olvidar nuestro espacio interior, la conciencia impersonal que en todo momento somos y en donde todo eso aparece, impediremos la aparición de ese “pepito grillo” del ego que se alimenta y vive a costa de ellos.

Si estamos realmente tan hartos de nuestro exceso de visceralidad, de emocionalidad o de imaginación, hay que encontrar la manera de que dejen de seguir llevándonos al huerto.
Siempre tenemos la buena ayuda de la respiración. Porque al respirar relajada y conscientemente podemos calmar las energías dispersas y poder dar entrada a otro tipo de cuestionamientos como:
¿A quién le sucede todo eso? ¿que hay más allá del mundo emocional?¿Quién es el que rechaza? ¿Quién es el que disfruta?


Para dejar traslucir el Amor, la Paz y la Belleza de nuestro Ser, hay que ser despiadadamente valientes y no admitir la entrada a los viejos hábitos que las obstruyen: juicios....,criticas...murmuraciones....falsas elecciones... todo eso que acepta y acoge sólo la parte de la vida que es de nuestro agrado... porque entonces seguiremos envueltos en el mundo de las ideas y de la imaginación. Y esas ideas y esa imaginación son las que construyen y alimentan al falso personaje que se cree distinto y separado y que impide ver la unidad y la belleza del universo expresándose a través de todos, aunque de distintas maneras.


Una belleza que está presente en cada hecho.... en este mismo instante... Mientras leemos esto....en el cariño con que se pulsan las teclas del ordenador......en el motivo que impulsa a contactar con ese amigo ausente...... Está presente en cada acto en donde las estrategias del ego quedan en suspenso y se trasparenta la Verdad y la Inteligencia de la Vida.


No es cuestión, por lo tanto, de lo que hacemos o dejámos de hacer, sino de que el hacer vaya impregnado de la belleza de la vida. Y para ello no hace falta mucho...., solo tener la humildad de abrir el corazón y empezar a soltar la cabeza.


Yo seguiré practicando ahora....mientras paso el aspirador....