viernes, 2 de marzo de 2012

¿Estoy o Soy?


Estamos tan acostumbrados a valorar nuestra vida de acuerdo a lo que hacemos y a definirnos por los estados de ánimo que eso nos provoca, que nuestro día a día se reduce, en muchas ocasiones a relatar los hechos y los sentimientos que hemos experimentado.

De ahí que nuestras relaciones se basen en un ¿como estás?, o en ¿que haces?. Y claro...estamos bien....mal....regular....tristes...alegres...., según toque. Porque las fluctuaciones de la mente nos hacen cambir rápidamente de la alegría a la tristeza, según lo que se nos presente nos guste o no.

Y aún, a veces, nos acercamos al mundo espiritual de manera bastante parecida....y decimos que meditamos porque eso nos hace sentir bien o muy bien....o porque gozamos de un extraordinario sentimiento de paz....o porque creemos que eso nos hará disfrutar de una vida más plena.

En fin, que seguimos creyendo que eso le sucede a un "yo" y seguimos identificados con lo que pensamos y con lo que sentimos, olvidando el hecho esencial de que si podemos conocer nuestros pensamientos y sentimientos, es porque existe un centro no cambiante que es Testigo de ello. Y como ese centro de Presenciación , ni tiene forma ni es afectado por lo que atestigua, Ser Eso y ejercer de Eso que uno ya ES, es algo impersonal que no necesita, por lo tanto, vestirse de un personaje, aunque sea lleno de discernimiento y sabiduría.

Pero aún comprendido esto, los condicionamientos arraigados en la mente nos siguen llevando al huerto, haciéndo que una una y otra vez volvamos a identificarnos con los estados de ánimo, y a perder la perspectiva adecuada, pues el ego nunca deja de poner obstáculos a todo lo que supone su desaparición.

Por eso, si queremos dejar de ser aliados de la ignorancia, al igual que en la huerta hay que escardar y regar día a día hasta que la tierra empieza a dar frutos, así trabajaremos nosotros para salir del dominio de los hábitos incorrectos. Y los frutos llegan en cuanto traspasamos ese espacio mental condicionado, y descubrimos las capas profundas en donde brilla la paz pura y la alegría no condicionada de nuestra esencia.

Así que hay que ir dejando atrás la pequeñez de nuestra querida y conocida "sala de estar" mental ... para ir al encuentro de los amplios e integradores espacios de nuestro SER. Y el vivir en un hogar tan amplio y completo como es nuestra Conciencia, eterna y no cambiante, permite recibir con afectuoso desapego a todo aquello que apareciendo en ella, por estar sujeto al cambio, es transitorio y perecedero.

Vigilantes y atentos, vamos desechando todo lo que nos incita a quedarnos a vivir en el reducido espacio personal, ......esto no.....esto no.....y desenmascarando, en cuanto aparece, al tramposo que necesita sobrevivir de ello a base de estrategias, de imaginación, de recuerdos, de justificaciones, de defensas, de divisiones....

Y esta actitud atenta y lúcida ante la vida, permite que estemos relajados para fluir con lo nuevo e inesperado y para mantener una relación pacífica con lo que ES, porque en cuanto el cuerpo y la mente permanecen en armonía emergen espacios profundos llenos de equilibrio y alegría que trasparentan la llama viva de nuestro SER.