domingo, 5 de mayo de 2013

La llamada interior


Cuando nos damos cuenta que lo que habíamos imaginado que sería la vida raramente coincide con lo que ES , de que nuestros sueños se quedan siendo sólo sueños, y de que nuestras expectatívas no llegan, casi nunca, a convertirse en hechos, el desasosiego que eso nos produce nos induce  a indagar y a profundizar buscando comprender el misterio de esta existencia

No hace falta cuestionarse mucho para ver que todo en la vida es flor de un día, sujeto al cambio y a la impermanencia. Y que aunque vamos consiguiendo algunas cosas que nos hacen sentir felices y completos por un instante, al momento siguiente aparecen otras necesidades y nos vemos envueltos una y otra vez en la misma y repetitiva situación.


Ese sentimiento de auto compasión que nos invade es la llamada que nos invita a mirar a nuestro interior y a no tener miedo a salir de lo conocido, para quedarnos tranquilos en una atención lúcida e impersonal. 

Esa actitud atenta a todo lo que pasa, no sólo a lo que sucede, sino también a las respuestas que damos a ello, nos posiciona como una Conciencia Plena, que al encontrar obstáculos personales, se traduce en una Vida Plena,  no ya de cuerpos individuales, sino de energías, que son las que dan forma al universo  de la manifestación.

Esa observacion sin juicios ni reacciones, permitirá percibir al cuerpo como un amplio campo de energías que reflejan y expresan las distintas formas que adopta la energía universal, y en el que descubriremos multitud de sensaciones que antes se nos escapaban porque la mente, con sus miedos, se adelantaba siempre a interpretarlas.  

Al objetivar el mundo interior de pensamientos y de emociones,  encontramos, no sin cierta desazón, la gran cantidad de deseos y temores que se albergan en nuestro interior luchando por expresarse. Pero si reconocemos al mundo de los opuestos como tensión, como energía en continuo proceso de cambio y trasformación, entendemos que mientras exista el cuerpo estaremos expuestos a sus idiosincrasias y por lo tanto no tiene sentido pretender escapar a paraísos que nos alejen de ello.

La respiración y la relajación serán la gran ayuda para regular todas aquellas energías que dispersas, intentan tiran en varias direcciones. Porque al seguir el soplo vital nos salimos del mundo de las ideas, y al trascender la mente, nos acercarnos a descubrir el silencio de su Fuente. Y entonces, el Amor que florece,  nos abre a una dimensión nueva en la que, libres del entorno de la mente y de su constante repetición, constataremos que detrás de la diversidad y lo transitorio de la manifestación, subyace permanentemente la Unidad primordial e intemporal que es la esencia de nuestro SER. 



1 comentario:

Delia dijo...

Precioso Beatriz, un abrazo.