Le llamamos vivir a eso que hacemos la
mayor parte del día que en realidad es andar confundidos entre
estados mentales y emocionales que viven por nosotros, mientras
intentamos tapar nuestra ansiedad entre objetos y actividades que no
dejan un resquicio para que pueda aflorar la belleza y paz del
interior de nuestro SER.
Como seres humanos somos
contradictorios. Y la mayoría de nuestras acciones llevan de forma
más o menos explícita el germen del interés personal...y esa
necedad entre la que nos movemos y convivimos, nos mantiene inmerso
en un estado de inconsciencia o auto engaño colectivos.
La sociedad que estamos creando es cada
vez más una “sociedad escaparate” y “express”, en donde todo
se debe de hacer y vender rápidamente o a través del mucho hablar y
el poco hacer. Y eso nos ha hecho perder la prudencia y el
aprendizaje previo tan necesario para que cada hecho lleve detrás de
sí el espíritu de la Verdad.
Falta la humildad necesaria para
entender que los regalos y los milagros, suelen venir después de
hacer méritos para ello. Y que el mérito es el fruto de muchas
luchas internas y de mucho tiempo de indagación en donde se han de
ir sacando a luz a las raíces del “ego”, para poder
desenmascararlo y quitarle la fuerza y el protagonismo que por
ignorancia se había atribuido.
Y entonces es cuando nuestros ideales
han pasado el filtro de la experiencia y se han curtido en medio de
los obstáculos y las trampas que siempre tiende el personaje cuando
le negamos su realidad y siente que va a desaparecer.