miércoles, 22 de enero de 2014

La impermanencia





La lluvia con su cántico en los cristales resuena como una llamada a la introspección. Me recuerda el necesario equilibrio de los cinco elementos que componen la manifestación, con su cambio y renovación constante.

Perdidos en nuestro espacio mental, nos olvidamos de que la vida es una continua danza y pretendemos tener todo sujeto y bajo control. Y de ahí el sufrimiento y las miles de estrategias que generamos para sobrevivir en un mundo que es de nuestra entera creación.

Por eso hay que enseñar a la mente a parar. Que aprenda a convivir con lo impermanente y cambiante como el agricultor aprende a convivir con las estaciones, porque sabe que cada una es necesaria para el equilibrio final.

Porque una mente tranquila, una mente flexible y colaboradora no deja de ser una bendición....

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