domingo, 31 de mayo de 2015

Duda, Confianza y el Testigo de ambos






Dicen que la duda es la noche del alma. Y eso, en términos de tiempo y espacio puede ser así, Pero, aunque fuera así, ya se sabe que las noches son las precursoras de la claridad, y sin noche, no existirían tampoco los espléndidos días. La dualidad tiene esas cosas. Y cuando nos movemos en esa dimensión la duda forma parte de ella, nos acompaña, y todos, en unas u otras ocasiones, nos hemos podido descubrir dudando de algo...., de la sinceridad de las personas, de la honradez de los políticos, de nuestras propias capacidades, del hoy....del mañana.... ...etc , etc

Y aún cuando emprendemos la aventura de descubrir otras dimensiones, mas allá de lo que conoce la mente, la duda continúa, ... aunque ahora ya en otra dirección. Empezamos a dudar de todo aquello que creíamos real, dudamos de lo que nos han contado que somos... de nuestras creencias....y hasta de si nuestros logros y fracasos eran realmente nuestros...,. Y de esa manera no hay duda , que la duda, valga la redundancia, se hace nuestra aliada y nos ayuda a recapacitar e ir deshilvanando un ovillo que por momentos nos asfixiaba.

Y entonces, la dedicación y la práctica discriminatoria que la duda promueve, empieza a dar sus frutos , y como un regalo, nuestro espíritu se empieza a inundar de confianza. Porque la confianza, que es lo contrario de la duda, nace del entendimiento de que hay algo que nunca nos abandona, (sin ser un desodorante, porque un toque de humor nunca está mal), de que hay algo que ha estado siempre ahí, igual que un amigo fiel, y empezamos a confiar igual que el niño confía en sus padres, porque siempre ha sentido su presencia, dedicación y desvelos.

Confiamos, o nos entregarnos, a lo que hay de permanente en nosotros a través de todos los cambios, a lo que no ha sido tocado por intereses de ningún tipo..., ni se ha dejado seducir por las manipulaciones del ego.... ni ha estado sujeto a los trasiegos de la vida . A sea, que confiamos en nosotros Mismos, no ya como una persona, de la que ya hemos descubierto su vulnerabilidad, y sus cambiantes intereses, sino como ese foco de atención impersonal que ha sido Testigo de todos los cambios.

Y por supuesto que la vida seguirá girando como rueda de molino, y actualizando situaciones en las que podrán existir dudas sobre su veracidad o sobre su engaño, pero de lo que ya no volverá haber más dudas, será sobre cual es la identidad con que las afrontamos, porque hemos descubierto un centro impersonal desde el que vivir, un centro que, aunque se mueve también con los hechos, no está sujeto a ellos, sino que como la luz de una linterna, se encarga de darles realidad.


El Indagador y la indagación




El indagador es el investigador de la Verdad. Hay investigadores del conocimiento en muchas áreas que se afanan por llegar al fondo del funcionamiento de las cosas. Pero el indagador, no está interesado en el conocimiento de las diversas funciones de la materia , sino que está interesado en el conocedor de ese conocimiento. Está interesado en el porque ha aparecido este conocedor y si el conocedor existe como tal, o en último término solo existe este Conocimiento.

Podría parecer que todo esto es una comedura de coco, propia de los desvarios de la mente. Pero el indagador sabe de primera mano que no es así. Sabe que la mente no le puede acompañar en esta aventura. Que la mente, porque la ha explorado, no le puede servir de referencia. La mente se mueve en términos de tiempo y espacio, y el indagador ya ha descubierto que el tiempo y el espacio no son su casa. Que aparecen y desaparecen, como instrumentos de medición de lo limitado, pero que él, permanece impasible como testigo atemporal de ellos.

Así que el indagador, como Conocedor, sabe que su existencia está unida a este conocimiento, y que en él esta el origen de todo lo que aparece. Y precisamente por esa unidad con todo lo que aparece, no puede haber más que amor e interacción entre ellos.


Y aunque llegado un momento el indagador desaparezca, la indagación continuará. Como porte de un proceso universal que continuamente se renueva inteligentemente a sí Mísmo.


lunes, 18 de mayo de 2015

El Teatro


Me he preguntado algunas veces,  cuantas historias han de trascurrir en el espacio de nuestras vidas, como si de una gran obra de teatro se tratase! ¡Y qué suerte de deseos nos habrán hecho venir a intentar realizarlas!.

Y , mientras tanto, el gran espectáculo del mundo parece continuar imparable y sin descanso sus representaciones!!. 
Y nosotros, tomándonos por actores y espectadores, alternativamente, dentro de su enorme espacio, lloramos y reímos...gozamos y sufrimos según se van desarrollando los actos.

 ¡Y parece que esa sea nuestra única realidad tangible!

¿Qué salida se puede encontrar a ésta especie de encerrona,  si no buscamos e indagamos por otros canales que los ya muy manidos y conocidos? Creo que de ser así, ninguna, más que la de continuar en el papel, gozando y sufriendo identificado con el personaje que haya tocado representar.



Dice el gran sabio Nisargadatta algo así como que entre las orillas del dolor y el placer fluye el rio de la vida. Que el problema no está en las orillas, sino en el estancarse en ellas.

Y es que algo importante sucede cuando nos damos cuenta, que no es la mente, por otra parte un instrumento maravilloso, sino su propensión a imaginar y a recordar, la que nos estanca en las orillas. Que es su tendencia a dividir el simple acto de vivir entre experimentador y experimentado y a generar un sujeto para cada experiencia, lo que nos arrastra a un baldío discurso mental, en donde expectativas y frustraciones  se entremezclan entre sí.



Entender,  por lo tanto, que todo lo que sucede, en cuanto se levanta el telón, que sería lo mismo, que decir que la Consciencia universal se manifiesta a través de sus vehículos, cuerpo-mente, es parte de un juego universal que "se divierte" creando formas. Y que esa energía que se moviliza de distintas maneras y da lugar a todas las formas de vida, es nuestra propia energía, hay una profunda reverencia hacia cada hecho, vivido siempre como Presente, y no teniendo que caer en los viejos hábitos de cotejarlo con un pasado muerto o con un futuro imaginado, que no es más que el miedo de la mente a tener que dejar vacío su territorio.



La vida despliega toda su belleza cuando es vivida en un continuo AHORA, porque trasparenta  una Realidad que permanece indivisa detrás de toda apariencia y despierta el gran potencial que todos llevamos dentro. Nos volvemos conscientes …...de ser consciente, no simplemente de lo que sucede......sino de "aquel" gran espacio en donde todo sucede. Y vamos dejando atrás esos trajes con los que nos vestíamos , de personajes oscuros, marionetas del destino, al estilo de las grandes tragedias griegas, para ir permitiendo que aflore nuestra propia luz y convertimos en la gran fuerza que dinamiza y el gran poder que trasforma.



Seguramente que la tragicomedia , que a cada cual nos toca representar, seguirá sus curso, como lo tenga programado, pero ya no estaremos pendientes de la trama, estaremos atentos a aquello que le da sentido. Nos volvemos Testigos, no implicados y amorosamente impersonales. Conciencia no cambiante, en medio de cualquier cambio.



Y de esa manera, devolvemos la mirada, que parecía tan entretenida en medio de los objetos de la comedia, para volverla al sujeto, siempre Presente.