lunes, 18 de mayo de 2015

El Teatro


Me he preguntado algunas veces,  cuantas historias han de trascurrir en el espacio de nuestras vidas, como si de una gran obra de teatro se tratase! ¡Y qué suerte de deseos nos habrán hecho venir a intentar realizarlas!.

Y , mientras tanto, el gran espectáculo del mundo parece continuar imparable y sin descanso sus representaciones!!. 
Y nosotros, tomándonos por actores y espectadores, alternativamente, dentro de su enorme espacio, lloramos y reímos...gozamos y sufrimos según se van desarrollando los actos.

 ¡Y parece que esa sea nuestra única realidad tangible!

¿Qué salida se puede encontrar a ésta especie de encerrona,  si no buscamos e indagamos por otros canales que los ya muy manidos y conocidos? Creo que de ser así, ninguna, más que la de continuar en el papel, gozando y sufriendo identificado con el personaje que haya tocado representar.



Dice el gran sabio Nisargadatta algo así como que entre las orillas del dolor y el placer fluye el rio de la vida. Que el problema no está en las orillas, sino en el estancarse en ellas.

Y es que algo importante sucede cuando nos damos cuenta, que no es la mente, por otra parte un instrumento maravilloso, sino su propensión a imaginar y a recordar, la que nos estanca en las orillas. Que es su tendencia a dividir el simple acto de vivir entre experimentador y experimentado y a generar un sujeto para cada experiencia, lo que nos arrastra a un baldío discurso mental, en donde expectativas y frustraciones  se entremezclan entre sí.



Entender,  por lo tanto, que todo lo que sucede, en cuanto se levanta el telón, que sería lo mismo, que decir que la Consciencia universal se manifiesta a través de sus vehículos, cuerpo-mente, es parte de un juego universal que "se divierte" creando formas. Y que esa energía que se moviliza de distintas maneras y da lugar a todas las formas de vida, es nuestra propia energía, hay una profunda reverencia hacia cada hecho, vivido siempre como Presente, y no teniendo que caer en los viejos hábitos de cotejarlo con un pasado muerto o con un futuro imaginado, que no es más que el miedo de la mente a tener que dejar vacío su territorio.



La vida despliega toda su belleza cuando es vivida en un continuo AHORA, porque trasparenta  una Realidad que permanece indivisa detrás de toda apariencia y despierta el gran potencial que todos llevamos dentro. Nos volvemos conscientes …...de ser consciente, no simplemente de lo que sucede......sino de "aquel" gran espacio en donde todo sucede. Y vamos dejando atrás esos trajes con los que nos vestíamos , de personajes oscuros, marionetas del destino, al estilo de las grandes tragedias griegas, para ir permitiendo que aflore nuestra propia luz y convertimos en la gran fuerza que dinamiza y el gran poder que trasforma.



Seguramente que la tragicomedia , que a cada cual nos toca representar, seguirá sus curso, como lo tenga programado, pero ya no estaremos pendientes de la trama, estaremos atentos a aquello que le da sentido. Nos volvemos Testigos, no implicados y amorosamente impersonales. Conciencia no cambiante, en medio de cualquier cambio.



Y de esa manera, devolvemos la mirada, que parecía tan entretenida en medio de los objetos de la comedia, para volverla al sujeto, siempre Presente.