miércoles, 4 de noviembre de 2015

Las llamadas "crisis"





Les llamamos crisis, y seguro que todos hemos tenido que pasar por ellas, en alguna ocasión, pues en la vida, tarde o temprano siempre toca lidiar con situaciones a las que no estamos habituados, enfermedades, accidentes, fallecimientos, separaciones, ruinas económicas. , injusticias sociales.....y un largo etc,  Y eso, que hace saltar las alarmas, nos puede ayudar a comprender el funcionamiento del mundo emocional, para salir al encuentro del sentido más profundo de la vida.

En el mundo de las ideas nos solemos manejar bastante bien, hasta nos resulta   estimulante, diría yo, y además podemos hacerlo sentados tranquilamente en el sofá o delante del ordenador, sin obligarnos a variar ni un ápice nuestras actitudes ante la vida.  Pero la emoción, es una revulsión total, nos descoloca, porque nos suele coger desprevenidos,  bloquea la respiración y se rodea de otras emociones secundarias que no parecen ponerse de acuerdo entre sí.... 

Así que creo que en esos momentos de "crisis", es difícil llevar a cabo ninguna indagación. Más fácil resulta aceptar nuestra impotencia ante todo ello. Eso nos ayuda a crear cierta intimidad con nuestros estados interiores y a descubrir formas saludables de canalizar el desasosiego para expresarlo y darle salida: Muchas veces respirar , dar un paseo, o compartir  nuestros  sentimientos y temores, puede obrar milagros. 

Y ya cuando las emociones se van sosegando, y somos capaces de objetivar el fuego emocional, es cuando empezamos a entender como el causante de tanta zozobra y ansiedad siempre viene del miedo....el miedo a lo desconocido, que hunde sus raíces en el yo personal.   Y esa constatación ya abre un espacio entre el movimiento que se está dando en la superficie de la mente, y las capas más profundas de la Conciencia que lo permiten constatar.

Sería ideal no necesitar del sufrimiento para crecer. Pero cada día la experiencia nos demuestra todo lo contrario: las grandes crisis, se convierte en el gran revulsivo que nos obligan a salir de la comodidad y del ostracismo. Mientras la mente fluye por cauces en donde todo resulta placentero, no parece necesario que sea cuestionada, pero cuando se convierte en portadora del sufrimiento, la propia urgencia por liberarnos de él , hace que nos afanemos en desenterrar las causas que lo originan, y así conocer si su existencia tiene algo que ver con lo Real.

El hecho de comprender que el sufrimiento lo causa la gran resistencia que oponemos a lo que actualiza la vida en cada instante, nos ayuda a aflojar.  Y es precisamente esa rendición y sosiego mental,  lo que da paso a otros espacios más "amables" que son el sustento de nuestra existencia. y que permanecían sin ser tan siquiera reconocidos detrás de todo ese tumultuoso ruido.

Y esa nueva perspectiva, que es Presencia silenciosa. abraza a nuestra pequeña “persona herida y maltrecha” y la reconduce desde el mundo fenoménico en el que se había quedado perdida , para descubrirle que existen otras áreas de Conciencia Integradora, en donde la Paz y la Bienaventuranza no sólo son posibles, sino que son nuestro estado natural, pase lo que pase en el mundo cotidiano de las formas.