lunes, 27 de marzo de 2017

La mejor medicina




Sabemos que cuando nos encontramos mal físicamente, o simplemente cuando estamos interesados en mantener la salud natural del cuerpo, acudimos a un especialista que nos asesora sobre la mejor manera de mantenerla o recobrarla. Y así aprendemos que la mejor medicina empieza por vigilar o reformar la forma que tenemos de alimentarnos. El daño que sufren los órganos con nuestras dañinas costumbre, se puede subsanar  prescindiendo de ciertos alimentos poco saludables, y también cambiando substancialmente la forma en la que nos acercamos a la comida, que en muchas ocasiones, responde más a aspectos emocionales y a nuestra dependencia sensorial a ciertos sabores, que a nuestras necesidades reales.



Esos cambios inteligentes que ponemos en marcha, nos invitan a estar mucho más conscientes a todo aquello, que antes, por comodidad o falta de información, ingeríamos. Y ya sabemos por experiencia, que ese trastoque de hábitos, no será cuestión de un día, sino que hay que armarse de constancia y paciencia para que poco a poco se vayan constatando los resultados.



De manera igual, cuando notamos cierta insatisfacción, como que algo falta en nuestro fuero interno y en la manera que nos han contado las cosas, y nos ponemos en marcha en busca de una Felicidad que intuimos, (no esa que va y viene según nuestros estados emocionales, y que sólo es flor de un día y otro disfraz del “yo”),  salimos en busca de un  maestro (interno o externo), que nos señale el camino más adecuado y que nos aconseje sobre cual será la mejor medicina para liberarnos de nuestros males.

Y esa medicina que nos aconseja, va a incluir también, como primera medida, el desprendemiento de todo lo innecesario. Y lo innecesario son las falsas ideas, los falsos recuerdos, y todo aquello que servía a los intereses de un “yo”.

Así que probamos la dieta, yo diría la dieta del ego, la dieta del “yo”, y descubrimos de primera mano como era persona, o nuestra identidad con ella, la que oscurecía la bienaventuranza y belleza de nuestro estado natural. (No una bienaventuranza que disfrute nadie, sino la bienaventuranza de no tener que cargar ya con todo tipo de erróneos personajes)



¿Y porqué la persona? Pues nada como ir a la fuente y tomar prestadas las palabras de Nisargadatta.



“ Pregunta ¿Por qué sigue desechando a la persona como si no tuviera importancia? La personalidad es el hecho primario de nuestra existencia. Ocupa todo el escenario.

Maharaj : Mientras siga sin verla como un mero hábito, construido en la memoria, movido por el deseo, seguirá creyendo que usted es una persona, viviendo, muriendo, sintiendo, pensando, activa, pasiva, contenta o disgustada. Pregúntese usted mismo: ¿es así? ¿quién soy yo? ¿que hay detrás y más allá de todo esto? Y pronto descubrirá el error”



Y si así lo hacemos,  y tenemos la suerte de descubrir el error, tocará cambio de hábitos, porque si no, no va a cambiar nada. Si en la alimentación hemos dejado todo lo innecesario, para que el cuerpo recupere su salud, La maduración interna también nos invita a desprendernos de las falsas identidades para ir asentándonos en una Conciencia más amplia, más espontánea, en Presenciación Plena y en una simple e impersonal viviencia de SER.



Y así ponemos a trabajar la Conciencia, y no la mente (la que crea los personajes),  y lo hacemos con mucha humildad, pues ya sabemos que el orgullo y la falsa autoproclamación, son los enemigos más destructivos del buscador