miércoles, 23 de marzo de 2011

La prueba de la Realidad



Curiosamente, parece que nos gusta delegar al futuro aquello que nos cuesta afrontar en el ahora. Y pensamos bueno..ahora no...mañana... De esa manera posponemos nuestro compromiso de actuar de acuerdo a la circunstancias presentes, y creamos un tiempo, un espacio, y una persona que lo pueda habitar. Con relación a lo que entendemos como nuestra búsqueda espiritual, nos suele pasar lo mismo. Decimos que eso lo han alcanzado algunos privilegiados, y que nosotros estamos aún lejos de ello.... y esas ideas sólo nos llevan a seguir levantando los muros que pretendemos derribar.

Y mientras tanto, se nos escapa el hecho evidente de que precisamente nuestra existencia, ya es la prueba de la Realidad. Y que son los ropajes con los que se viste: pensamientos, emociones y todo el mundo sensorial que se desenvuelve a su alrededor y como expresión cambiante de ella misma, los que atraen nuestra atención y opacan su trasparencia.

¿Pero, quién sino ella hace posible el vivir? 
¿Y de donde proviene el empuje que promueve nuestra humilde investigación?
¿Quién sino lleva a cabo la labor de asentar la comprensión en la vivencia? 
¿No habita ella en cada corazón infundiendo coraje y alentándonos a encontrar nuestras propias respuestas y nuestras propias forma de expresión? 
¿No es acaso nuestra claridad y caridad, la propia Realidad descorriendo sus velos? 
¿O pretendemos seguir viendo al camino y a la meta en lugares distintos? 

 Porque el camino y la meta ocupan el mismo lugar, siempre que vivimos directamente la vida.
Cuando cesamos de interpretarla con el pensamiento y permitimos que se revele el gran poder unificador del corazón, acogiendo e iluminando hasta la último rincón de nuestra vida.
Y algo tan sencillo como eso, ya descubre a la realidad brillando en cada átomo de la existencia, sin ser reconocida, puesto que ella es el origen y el soporte de todo lo conocido.