¿Quién soy yo, en realidad?
¿Y si la vida no fuera por etapas?
Niñez, juventud, madurez,
vejez…
Así solemos dividir el simple hecho de vivir, como si
fuese un pastel que repartimos en partes. Cada tramo recibe un
nombre, una carga emocional y un conjunto de expectativas.
Nos acostumbramos a identificar lo que somos con lo que le pasa al cuerpo y a sus circunstancias. Pero, ¿es eso lo que realmente somos?
La vida es una corriente continua de energía. Una sola energía, manifestándose de distintas maneras, en distintos momentos. Lo que cambia es su expresión en lo físico, en lo mental, en lo emocional. Pero la fuente es siempre la misma.
El verdadero problema surge cuando nos identificamos con esas formas. Cuando creemos ser la etapa que atravesamos, la situación que vivimos, el pensamiento que aparece. Y ahí comienza el drama: sufrimos por lo que cambia porque olvidamos lo que no cambia.
El Vedanta —una tradición de sabiduría ancestral— nos ofrece una pregunta que lo transforma todo:
¿Quién
soy yo, en realidad?
No como ejercicio mental,
sino como búsqueda directa. Esa indagación no apunta a lo que
haces, ni a lo que piensas, ni a lo que sientes. Va más allá.
Te
invita a mirar hacia dentro, a descubrir la conciencia que observa
todos los cambios sin cambiar ella misma.
Eso que tú eres, antes de
las etiquetas, antes de las etapas, antes de las formas.
Una
presencia silenciosa, constante, que puede ser descrita como Ser,
Conciencia y Plenitud.
No cambia, no depende, no necesita.
Solo
es.
Y desde ahí, todo lo demás
se ve distinto.
Las circunstancias siguen su curso. Las etapas
vienen y van.
Pero tú ya no te confundes con ellas.
Aprendes a
vivir desde un centro firme, presente, en paz.
Porque lo que tú eres no
pasa.
Lo que tú eres está presente, mientras
todo pasa.
Práctica sencilla para llevar esta visión al día a día:
Durante el día, haz pausas breves. No para analizar lo que pasa, sino para recordar esto:
"Todo esto está cambiando. ¿Quién lo está viendo?"
No busques una respuesta
lógica. Solo permanece en ese silencio.
Cuanto más regresas a
ese lugar en ti, menos poder tienen las etiquetas, las prisas o las
etapas.
Ahí comienza una forma nueva de vivir: desde lo que ya eres.
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