Hay un anuncio en la TV Gallega en donde se muestran los
hermosos paisajes de esta tierra y las costumbres peculiares de sus gentes,
animando a sentirse orgullosos de ello, al son de un “gaiteiro”, buen mozo él y de buen ver, que anima con un: " Somos
"galegos"... así que vivamos
como "galegos".
Lo que el
traductor automático de marcadas
querencias "advaitinas", que
llevo incorporado en mi mochila, me traduce por un : " Somos lo que somos,
así que vivamos como lo que somos".
¿Y que somos? "purita” vivencia de Ser... y de
Amar" y como diría un buen amigo....algo que invita a ser mostrado en toda su
pureza a través de la acción.
Al igual que para los
gallegos su ancestral marginación fué un muro que tuvieron que traspasar, para
llegar a demostrar sin rubor de lo que son capaces, como lo hacen ahora, a
muchos de nosotros, los condicionamientos sobre los que hemos construido
nuestra falsa identidad, a golpe de estados mentales repletos de temores y
deseos, han ocultado la natural
grandeza y armonía del SER.
A veces el mundo
espiritual ha sido una escapatoria fácil para no encarar los fantasmas de la
mente, y no reconocerlos dentro de cada uno de nosotros. Y ha sido una solución
muy socorrida, que permitía que cuando las cosas de la tierra se ponían feas o
no respondían a nuestros intereses, siempre estaba el cielo disponible, con
santos o no, en donde esconder nuestros desasosiegos bajo capas de nuevos
estímulos y maravillosos paraísos, con la única condición de poner cara de
buenos y dejar volar la
imaginación.
Pero generalmente eso
no es la solución, ya que cuando uno pretende dar un paso sin dejar limpio el
anterior, la suciedad acumulada tarde o temprano reaparece.
Decía Nisargadatta: "Recoja su basura es
una ley universal y parece ser una ley muy justa".
La percepción de la
mente siempre nos presenta un mundo divido en dos, en una dimensión en
donde lo que funciona son los pares de opuestos: mío y tuyo, me gusta y no me
gusta, deseo y temor.... Y eso crea fantasmas que se enfrentan entre ellos por
la parte más suculenta, sin entender que todos forma parte del mismo espectro.
Afortunadamente cuando
descubrimos que el espacio mental es transitorio y limitado, y retrocedemos hasta reconocernos en una conciencia impersonal que lo constata, aparece un cálido interés a objetivar los
hábitos grabados como
surcos en el cerebro, y que nos llevan a vivir repetitivamente, acogiendo el mismo
tipo de pensamientos, generando las mismas emociones, y rechazando una parte de
la vida por el simple hecho de que no nos gusta, puesto que ahí encontramos
la clave de los "nudos" que quedan por deshacer. Ahí está el fiel espejo que devuelve la
imagen de lo que aún se considera “yo” , y que no quiere desaparecer porque
se ha quedado apegado a las experiencias y no sabe como soltar la memoria y el contenido de
lo que considera “su” parcela de la vida. La atención despierta y lúcida irá
haciendo aflorar esas resistencias que se defienden, por no querer
integrar La Vida, en mayúscula, que refleja nuestra Realidad.
Así que el reto está
en traspasar el umbral de lo personal y su adición a vivir de juicios y conceptos y reconciliarnos con el fluir de la vida en donde la
mente ya funciona al servicio, no de lo mío, sino de lo universal. Y entonces
cualquier acción nos hará plantearnos desde donde pretendemos comenzarla ¿desde las ideas? ¿o empieza a hacer su aparición un corazón
integrador aportándole calor y un nuevo sentido?
No nos sirven de mucho los anhelos de
transparencia, si no hacemos que esa transparencia sea nuestra carta de
presentación. Por eso aquello que pretenda mantenerse al margen y seguir
funcionando de manera inconsciente, al amparo de los viejos hábitos, impulsos y
manipulaciones, no puede tener cabida dentro de la quietud de una mente que ya
se sabe al servicio del Ser, y empieza a clamar por un poco de claridad y orden
para ella misma. Los momentos cada vez más espaciosos en que permitimos a la mente
relajarse, en medio o no de cualquier actividad que desarrollemos, trasmitirán
una mayor claridad y calidad a cada una de nuestras acciones.
"Somos lo que Somos", pura
Conciencia de Ser y de Amar, así que
seamos en todo momento, con los ojos
abiertos o cerrados, expresión de su plenitud y belleza. Y entonces lo cotidiano ya no estará a
expensas de la ignorancia del ego, sino que se iluminará por la claridad que
trasmiten los actos conscientes, en donde el vaciamiento emocional deja
traslucir la armonía del SER y tiñe la vida con otros matices, más cálidos, más armoniosos, más pacíficos,
más comprensivos..., porque tímidamente empieza a hacer su aparición el Amor.
1 comentario:
ES ENCANTADOR Y MUY AMOROSO, EL CARACTER BIEN INTENSIONADO DE TU COMENTARIO (POST). Evidentemente fue este título "Vivamos como lo que Somos" lo que atrajo mi tonta curiosidad.
Ahora bien, más allá de tu (repito) muy buena e intensionada actitud hacia ti y los demás, te cuento algo que talves se te pasó de largo "advaitina"(a veces pasa)
No "puede" haber nada personal en el advaita... con lo cual ¿quién debe cambiar su forma de vivir?
Mejor dejemos que los gallegos sean más gallegos y los de "alcaeda" sean como son...¿no?
un cariñoso saludo
Publicar un comentario