Es bastante común el hablar del estado convulso y corrupto que impera en la sociedad, haciéndolo desde una actitud critica que lo ve como algo separado de nosotros. Pero es interesante reflexionar también sobre las maneras, aunque sean más suaves y sutiles, con las que nosotros contribuimos a fomentar esos mismos aspectos que condenamos, como puede ser la ambición, codicia, manipulaciones, engaños, ocultaciones.....etc,
Cuando
observamos el trascurrir de nuestro día a día vemos que gran parte
de él lo pasamos “distraídos”, intentando satisfacer unas
“necesidades”, que en la mayoría de las ocasiones consisten en
mucho más de lo que necesitamos. Y ese espacio mental desde el que
afrontamos lo cotidiano, divide la vida en dos: la que nos gusta y
la que no. Y eso es un caldo de cultivo en donde las emociones
negativas llenas de visceralidad pueden aparecer cada vez que toque
afrontar lo “que no”
Ese vivir en constante elección, que es lo único que sabe
hacer el ego, es la causa de tanta ansiedad, crispación y las muchas estrategias que apreciamos habitualmente, porque ese es el precio a
pagar por vivir “dormidos” y ajenos a lo que es nuestra verdadera
naturaleza.
Todo esto se puede empezar a
clarificar y a ordenar en cuanto adoptamos una posición de observación
(ese espacio que permite la atestiguación de todo el contenido
mental), al sacar a la luz las trampas en las que nos mete la mente.
Así podemos ir constatando lo limitado y contradictorio que son el
pensamiento y la emoción...., la falsedad de los deseos y temores que
los mueven...., y lo inútil de vivir condicionados por la memoria y la
imaginación, a la defensiva y anticipando peligros o alegrías.
Esa lúcida atención nos va a alertar rápidamente cuando somos manejados por la
inconsciencia del ego, defendiendo ideas o proyectos que sólo buscan
el beneficio propio y a merced de emociones que potencian la
visceralidad y el dominio , o cuando , por el contrario, somos
vehículos de una inteligencia superior que se encarga de cuidar
armónicamente de toda la vida y que trabaja en beneficio de la
humanidad entera.
Por
eso si seguimos dejándonos llevar por los viejos hábitos ,
interpretando los hechos de la vida desde una plataforma mental, que
sólo sabe hacerlo desde imágenes personales, de “tu” y “yo”,
y creyéndonos ser “alguien” en particular, somos parte y cómplices de
las mismos males que le atribuimos a la sociedad, de defender.....
acumular.. manipular.....,. Ya que actuamos bajo el dominio del ego y
movidos por sus deseos y temores, que sólo saben de satisfacer sus propias demandas...
Pero
si abandonamos cualquier imagen personal “tuya” o “mía”,
para que esa desnudez personal nos sitúe en sencilla y directa
comunión con los hechos , si hacemos eso, nos encontramos que la
fuerza que nos confiere el AHORA, nos permite abandonar las barreras
del ego y desde ese espacio impersonal de luz, poder contribuir a crear una
sociedad más sana y ordenada.
2 comentarios:
Cualquier mal social solo puede ser resuelto verdaderamente con un cambio interior de los que participan (todos ellos), el cambio es ese que comentas...
El resto es siempre un "quita ese ego para poner este otro"
Que inocente el revolucionario que cree que va a arreglar el mundo, creerse con la capacidad que no han tenido los miles y miles de personas que le han precedido como revolucionarios y salvadores. Santa inocencia.
Pero el problema, está en el fondo de él mismo, asi lo veo , tal como dices.
La vida y la sociedad tienen su dinámica propia que se deriva de la Naturaleza del hombre.
Del hombre como persona, con ego, caído, expulsado del Eden.
La vida y la sociedad tienen sus mecanismos para reparar sus errores, normalmente en otras generaciones de individuos.
Lamentablemente las personas que aspiran a la realización y a buscar soluciones a aquellos problemas por el paso a ese otro estado, que, además, debe ser generalizado, son los verdaderos inocentes. Eso sí, Santos.
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