Cuando nos damos
cuenta que lo que habíamos imaginado que sería la vida
raramente coincide con lo que ES , de que nuestros sueños se
quedan siendo sólo sueños, y de que nuestras
expectatívas no llegan, casi nunca, a convertirse en hechos, el desasosiego que eso nos produce nos induce a indagar y a
profundizar buscando comprender el misterio de esta existencia
No hace falta cuestionarse mucho para ver
que todo en la vida es flor de un día, sujeto al cambio y a
la impermanencia. Y que aunque vamos consiguiendo algunas cosas que
nos hacen sentir felices y completos por un instante, al momento
siguiente aparecen otras necesidades y nos vemos envueltos una y otra
vez en la misma y repetitiva situación.
Ese sentimiento de auto compasión que nos invade es la llamada que nos invita a mirar a nuestro interior y a no tener miedo a salir de lo conocido, para quedarnos tranquilos en una atención lúcida e impersonal.
Esa actitud atenta a todo lo que pasa,
no sólo a lo que sucede, sino también a las respuestas
que damos a ello, nos posiciona como una Conciencia Plena, que al
encontrar obstáculos personales, se traduce en una Vida Plena, no ya de cuerpos individuales, sino de energías, que son las que dan forma al universo de la manifestación.
Esa observacion sin juicios ni
reacciones, permitirá percibir al cuerpo como un amplio campo de
energías que reflejan y expresan las distintas formas que
adopta la energía universal, y en el que descubriremos multitud de sensaciones que antes se nos escapaban
porque la mente, con sus miedos, se adelantaba siempre a
interpretarlas.
Al objetivar el mundo interior de
pensamientos y de emociones, encontramos, no sin cierta desazón,
la gran cantidad de deseos y temores que se albergan en
nuestro interior luchando por expresarse. Pero si reconocemos al
mundo de los opuestos como tensión, como energía en
continuo proceso de cambio y trasformación, entendemos que
mientras exista el cuerpo estaremos expuestos a sus idiosincrasias y
por lo tanto no tiene sentido pretender escapar a paraísos
que nos alejen de ello.
La respiración y la relajación
serán la gran ayuda para regular todas aquellas energías
que dispersas, intentan tiran en varias direcciones. Porque al
seguir el soplo vital nos salimos del mundo de las ideas, y al trascender la mente, nos acercarnos a descubrir el silencio de su Fuente. Y entonces, el Amor
que florece, nos abre a una dimensión nueva en la que, libres del entorno de la mente y de su constante repetición, constataremos que detrás de la diversidad y lo transitorio
de la manifestación, subyace permanentemente la Unidad
primordial e intemporal que es la esencia de nuestro SER.
1 comentario:
Precioso Beatriz, un abrazo.
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