El indagador es el investigador de la
Verdad. Hay investigadores del conocimiento en muchas áreas que se
afanan por llegar al fondo del funcionamiento de las cosas. Pero el
indagador, no está interesado en el conocimiento de las diversas
funciones de la materia , sino que está interesado en el conocedor
de ese conocimiento. Está interesado en el porque ha aparecido este
conocedor y si el conocedor existe como tal, o en último término
solo existe este Conocimiento.
Podría parecer que todo esto es una
comedura de coco, propia de los desvarios de la mente. Pero el
indagador sabe de primera mano que no es así. Sabe que la mente no
le puede acompañar en esta aventura. Que la mente, porque la ha
explorado, no le puede servir de referencia. La mente se mueve en
términos de tiempo y espacio, y el indagador ya ha descubierto que
el tiempo y el espacio no son su casa. Que aparecen y desaparecen,
como instrumentos de medición de lo limitado, pero que él,
permanece impasible como testigo atemporal de ellos.
Así que el indagador, como Conocedor,
sabe que su existencia está unida a este conocimiento, y que en él
esta el origen de todo lo que aparece. Y precisamente por esa unidad
con todo lo que aparece, no puede haber más que amor e interacción
entre ellos.
Y aunque llegado un momento el
indagador desaparezca, la indagación continuará. Como porte de un
proceso universal que continuamente se renueva inteligentemente a sí
Mísmo.
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