Esas situaciones que tarde o
temprano se van presentando en el trascurso de la vida, y que
implican una gran alteración en el orden habitual al que estamos
habituados, como pueden ser graves enfermedades, accidentes,
fallecimientos, separaciones, ruinas económicas.....etc , son maestros que nos señalan en lo que hemos quedado retenidos o porqué nos cuesta soltar. Y es que todo aquello que hace saltar las alarmas, nos puede ayudar a comprender el funcionamiento
del mundo emocional, para salir al encuentro del sentido más profundo de
la vida.
Parece que el mundo de las ideas, resulta fácil de entender y manejar, y además podemos hacerlo
sentados tranquilamente en el sofá. Pero la emoción nos
“descoloca”, y sacude nuestro organismo antes de que tan siquiera
nos hayamos dado cuente de ella. Se instala en alguna parte del
cuerpo, bloquea la respiración y despierta un rosario de emociones
secundarias que luchan entre sí en base a multitud de deseos
contradictorios. Y todo porque la seguridad del pequeño “yo”,
existencial se ve amenazado y eso da lugar a miedo, ira, rabia,
coraje.....
La aceptación, en estos casos, no
consiste en aceptar la situación en sí, que a veces se hace
bastante difícil, sino la propia rabia, impotencia y miedo que ella
genera. Esto nos ayuda a crear cierta intimidad con nuestros estados
interiores y a descubrir formas saludables de canalizarlas para darles
salida: En estos casos , respirar, dar un simple paseo, saber
expresar nuestros sentimientos o dar curso a alguna actividad que nos
guste, pueden obrar milagros. Pues en este primer acercamiento, el
fuego que invade nuestro interior anularía cualquier proceso de
indagación.
Cuando las emociones ya se van
sosegando y somos capaces de objetivar el fuego emocional, ya
estamos en la posición adecuada para entender como la mente,
y su miedo a enfrentarse a lo desconocido, es la que lo estaba
generando. Y esto abre un espacio entre el movimiento que
se está produciendo en la superficie, y las capas más profundas de
la Conciencia que lo permiten constatar.
Seria ideal no necesitar del
sufrimiento para crecer. Pero cada día la experiencia nos demuestra
todo lo contrario: las grandes crisis, se convierte en el gran
revulsivo que nos obligan a salir de la comodidad y del ostracismo.
Mientras la mente fluye por cauces en donde todo resulta placentero,
no parece necesario que sea cuestionada, pero cuando se convierte en
portadora del sufrimiento, la propia urgencia por liberarnos de él ,
hace que nos afanemos en desenterrar las causas que lo originan, y
así conocer si su existencia tiene algo que ver con lo Real.
El hecho de comprender que puede haber
dolor sin sufrimiento, porque el dolor forma parte de nuestra
existencia humana, pero el sufrimiento lo generamos con el
pensamiento, al oponemos a lo que trae la vida, permite el aquietamiento y la disolución de ese hervidero que había dado origen
al temor, la ira o la rabia. Y a través de esta rendición y
sosiego mental permitimos que se trasparenten nuestras
capacidades globales de SER, AMAR y CONOCER impersonalmente, que
permanecían sin ser tan siquiera reconocidas detrás de todo ese
tumultuoso ruido.
Y la nueva perspectiva se manifiesta
como un estado de Presencia silenciosa. El SER, que hace posible
cualquier situación de vida. El Ser, que junto al Amor acoge y
abraza una y otra vez a nuestra pequeña “persona herida y
maltrecha” y la reconduce desde el mundo fenoménico en el que se
había quedado perdida , para descubrirle que existen otros espacios
en donde la Paz y la Bienaventuranza no sólo son posibles, sino que
son nuestro estado natural, pase lo que pase en el mundo cotidiano de
las formas.
Entonces la aceptación se convierte en
rendición, ya que no es algo a conseguir por un supuesto “yo”
para evitar el sufrimiento, sino que es el fruto del abrazo en donde
el pequeño yo existencial, deja de creerse independiente y con
voluntad propia, para fundirse e integrarse dentro de los designios
de un YO mucho más amplio, Conciencia Pura, que con su inteligencia
incluye y maneja el universo entero, y que desde el Corazón de cada
uno, irradia luz, equilibrio y compasión.
1 comentario:
Muy adecuada y sútil tu puntualización:
La aceptación, en estos casos, no consiste en aceptar la situación en sí, que a veces se hace bastante difícil, sino la propia rabia, impotencia y miedo que ella genera.
Gracias
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